Si realizáramos una encuesta en la que participasen ciudadanos de cualquier edad, estatus social, nivel de estudios y residentes todos ellos en España y se les formulase la pregunta sobre ¿quién tomó el mando de la Jefatura del Estado tras el fallecimiento de Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975? estoy convencido de que la inmensa mayoría de ellos daría como respuesta el nombre del rey Juan Carlos I.
Pero todos ellos se llevarían una sorpresa cuando se les dijera que la respuesta que han facilitado es errónea, ya que hubo otra persona que, de manera interina, ocupó el cargo de Jefe del Estado durante tan solo dos días y ocho horas: inmediatamente después de hacerse oficial la muerte de Franco y producirse la coronación del rey el 22 de noviembre.
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Este Jefe del Estado Español interino fue Alejandro Rodríguez de Valcárcel, quien ocupaba el cargo de Presidente de las Cortes desde 1969 y que en base a las Leyes Fundamentales del Reino (aprobada en 1947) y por la cual se regulaba la sucesión en la Jefatura del Estado (concretamente era la quinta ley), también era el titular de la Presidencia del Consejo de Regencia, el órgano político que se ocupaba del control del país en caso de fallecimiento del Jefe del Estado, asumiendo tal responsabilidad durante el tiempo que tardase en tomar posesión el designado como sucesor (en este caso el príncipe Juan Carlos).
Rodríguez de Valcárcel fue un destacado falangista muy afín a Franco y que a lo largo de su vida ocupó diversos puestos de responsabilidad política: Presidente de la Diputación Provincial de Santander, Gobernador de Burgos y las Islas Baleares y varias secretarías, direcciones generales y vicepresidencias de Consejos y empresas públicas, hasta que su lealtad al régimen se vio recompensada con la presidencia de las Cortes (actual Cámara de Diputados).
Pero Alejandro Rodríguez de Valcárcel, a pesar de estar tan bien posicionado, no contaba con el apoyo de todos los franquistas y muchos fueron los que querían que llegase el 26 de noviembre de 1975 (fecha en la que acababa su mandato como Presidente de las Cortes) para sustituirlo. Ese fue el motivo por el que se hizo lo imposible por alargar la vida de Franco (a pesar de la agonía) con el fin de que viviese hasta dicha fecha y quedase renovado automáticamente Rodríguez de Valcárcel en su cargo de las Cortes.
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Pero Franco falleció el día 20N y a pesar de que Valcárcel asumió la Jefatura del Estado de forma interina, a través de la Jefatura del Consejo de Regencia (y que le duró dos días y ocho horas), una vez fue coronado Juan Carlos como rey y por tanto nombrado Jefe del Estado, al llegar el día 26 los Procuradores en Cortes votaron como su nuevo Presidente a Torcuato Fernández-Miranda, quien había ocupado provisionalmente el cargo de Presidente del Gobierno en 1973, tras el asesinato de Carrero Blanco, y que era de total confianza del nuevo rey.
Por su parte, Alejandro Rodríguez de Valcárcel vio como se le escapaba la oportunidad de ser nombrado Presidente del Gobierno, cargo al que llevaba aspirando bastantes años y que, según explican algunas crónicas de la época, se le había prometido para poder ‘controlar’ de cerca las maniobras políticas del rey Juan Carlos y que nada o poco cambiase la situación en el país, en una maniobra conocida como ‘dejarlo todo atado y bien atado’ para que el país siguiese por la misma senda política de las anteriores cuatro décadas.
Un año después, el 22 de noviembre de 1976, Alejandro Rodríguez de Valcárcel fallecía en el madrileño Hospital de La Paz a consecuencia de una dolencia cardiaca.
Fuentes de consulta: La cabeza llena / Hemeroteca ABC / Hemeroteca La Vanguardia
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