El galgo que durante 7 siglos fue venerado como si de un santo se tratara

A medio camino entre
la leyenda y la historia
, nos encontramos un curioso relato medieval del
siglo XIII el cual versa alrededor de un
perro lebrel llamado ‘Guinefort’
y que tras su muerte (al ser sacrificado
por su amo) el lugar donde fue enterrado
se convirtió en punto de peregrinación
, al ser considerado el can como un santo por aclamación popular.

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Muchas de las cosas que se explican sobre el motivo por el
que el perro fue canonizado (extraoficialmente y sin el beneplácito de la
Iglesia Católica, evidentemente) como ‘San
Guinefort
’ han ido llenándose de florituras a lo largo de los siglos, encontrándonos
algunos relatos que distan mucho de lo que posiblemente ocurrió.

Esté distorsionada o no la historia de Guinefort, lo que las diferentes fuentes explican es el relato de un fiel perro lebrel utilizado para la caza mayor y a quien su amo mató a palos (hay quien indica que ordenó que lo sacrificara su escudero) tras encontrarse la cuna de su pequeño bebé vacía y un rastro de sangre que conducían hasta el lugar donde estaba el can, quien tenía el hocico manchado de rojo.

Ante tal evidencia el caballero (no se da a conocer su
nombre) entra en cólera y decide acabar brutalmente con la vida de su mascota,
la cual ordena enterrar en las afueras del castillo.

Fue tras haber dado muerte al perro cuando se descubre que
el niño estaba con vida y había sido escondido por el propio Guinefort quien lo
salvó de la mordedura de una serpiente que se había colado en el interior del
castillo (entre los diferentes relatos de la historia hay quien dice que fue un
lobo).

El amo de Guinefort, tras darse cuenta del terrible error cometido, mandó plantar un árbol en el mismo lugar en el que había ordenado enterrarlo, para así saber el punto exacto dónde se encontraba su fiel mascota y poder ir a orarle todos los días a partir de aquel momento.

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El relato de lo sucedido se fue transmitiendo oralmente entre los campesinos y habitantes de las poblaciones colindantes y la tumba de Guinefort se convirtió en un lugar de peregrinación de docenas de progenitores desesperados que iban a pedirle por la salud de sus hijos.

Varias décadas después el can era venerado como ‘San Guinefort’,
aunque la Iglesia Católica jamás dio su
visto bueno
.

La primera referencia escrita la encontramos en la obra del
dominico Étienne de Bourbon, quien
ejerció como inquisidor en la Francia medieval y que publicó (alrededor del año
1250) el libro ‘Tractatus de diversis
materiis predicabilibus’
, el cual contenía más de tres mil relatos cortos con
un trasfondo moralizante, muchos de ellos basados en hechos acontecidos y otros
frutos de su imaginación.

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Ahí está el punto en el que no se sabe con certeza si la historia del perro ‘San Guinefort’ sucedió realmente o es una simple leyenda urbana. Sea cual fuere el verdadero origen del relato lo que si se sabe es que a partir de la segunda mitad del siglo XIII hubo un árbol plantado en las inmediaciones de un castillo en la comuna de Villars-les-Dombes que se convirtió en un punto de peregrinación masiva.

Miles de personas acudían hasta allí para venerar y pedir a San
Guinefort por la salud de sus hijos pequeños, convirtiéndose el can en un
protector popular de los niños.

Se tiene constancia que el perro fue venerado hasta bien
entrado el siglo XX, pero no se sabe a ciencia cierta por qué se dejó de
hacerlo.

Fuentes de
consulta e imagen: laphamsquarterly / mentalfloss / thegreyhoundsaint / Wikimedia
commons

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