El fallido plan de Estados Unidos para destruir la URSS en plena Guerra Fría

Durante la Segunda
Guerra Mundial
la URSS se convirtió en una de las naciones más relevantes y
necesarias para el triunfo del Bloque Aliado.
Por tal motivo, tanto estadounidenses como británicos, contaron con los
soviéticos para todos sus planes pero, una vez terminado el conflicto bélico,
el país liderado por Iósif Stalin
pasó a ser un incómodo estorbo para los occidentales.

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El recién nombrado presidente de EEUU, Harry S. Truman, comenzó a barajar la posibilidad de deshacerse de
los rusos y de este modo poner freno a la expansión del comunismo hacia otras
naciones.

Entre los muchísimos planes que se barajaron en 1948 se
presentó la ‘Operación Dropshot’, la
cual consistiría en utilizar todo el arsenal nuclear que poseía Estados Unidos
y lanzarlo contra objetivos estratégicos de la Unión Soviética.

En aquellos momentos los norteamericanos eran los únicos que
habrán demostrado poseer bombas atómicas y querían hacerlo antes de que la URSS
desarrollara las suyas, aunque tenían el conocimiento que esto no lo lograrían
hasta una década después, debido a que EEUU contaba con la colaboración de la
práctica mayoría de científicos de la época, gracias a la ‘Operación Paperclip’.

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Paperclip, los científicos nazis que trabajaron para el gobierno de los EEUU
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El único problema que tenían los estadounidenses era el de
no disponer de suficientes bombas para alcanzar todos los objetivos soviéticos
deseados. Sabían que de hacerlo sin contar con un arsenal suficientemente
potente darían pie a la URSS a reaccionar y repeler los ataques, entrando en
una larga y cruenta guerra que podría durar años.

Acababan de salir de la IIGM y no era el momento idóneo, por
eso en 1949 se trazó un plan para ponerlo en marcha a corto plazo (a partir de
1950) para construir suficientes bombas con las que alcanzar y destruir todos
los objetivos (el 85 por ciento de territorio soviético, así como puntos
estratégicos de los países del Este aliados de la URSS).

Harry S. Truman era conocedor del estrago que hicieron las
dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima
y Nagasaki y que fueron
determinantes para obligar a la rendición japonesa en la Segunda Guerra
mundial. Teniendo un arsenal suficientemente potente podría desolar prácticamente
toda la Unión Soviética.

Para la Operación Dropshot se contaba tener listas para ser
lanzadas un total de 300 bombas nucleares y
29.000 bombas convencionales (250
mil toneladas). Los objetivos
se repartían entre un centenar de localidades soviéticas, entre las que se
incluía Moscú y Leningrado.

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norteamericanos les dio por hacer explotar bombas nucleares en el espacio
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Pero el plan estadounidense
de bombardear y destruir la URSS se fue al traste a partir del verano de 1949.
El 22 de agosto de aquel mismo año la Unión Soviética detonaba con éxito (y
orgullo), en el centro de pruebas de
Semipalatinsk
(en Kazajistán), su primera bomba nuclear: la ‘RDS-1.

A este contratiempo (para
los estadounidenses) se le añadió la detención del físico teórico de origen
alemán Klaus Fuchs, quien llevaba
varios años trabajando en el proyecto atómico norteamericano y que había sido
descubierto que había colaborado como espía para los soviéticos.

A pesar de que la traición
realizada por Klaus Fuchs apuntaba a ser castigada con la pena de muerte, el
abogado del físico logró que tan solo se le condenase a 14 años de prisión (de
los que cumplió 9) debido a un pequeño detalle: en aquello momento la Unión
Soviética todavía constaba en los documentos oficiales como un país aliado de
Estados Unidos y, por tanto, tan solo pudo ser acusado de un delito menor de ‘revelación
de secretos militares a una nación aliada’ y no por el de ‘comunicar información relevante a un enemigo potencial’.

Con la URSS armada
nuclearmente se iba al traste la Operación Dropshot y se ponía fin a las
aspiraciones estadounidenses de bombardear y destruir el país.

Fuentes de consulta e imagen: thesun
/ allworldwars
/ sakerlatam
/ pixabay

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