Edith Stein, la co-patrona de Europa que murió gaseada en el campo de concentración de Auschwitz

El continente europeo a lo largo de muchos siglos ha contado
con un solo patrón religioso. Ese patronazgo
fue cambiando a lo largo de la Historia y, dependiendo del pontífice de turno,
nombraba como patrono al santo predilecto de éste. En 1964 el Pablo VI dio tal honor a San Benito de Nursia.

Tras la llegada al Trono de San Pedro de Juan Pablo II el nuevo papa pensó que
varios eran los santos que merecían ocupar tan insigne puesto y decidió dar, en
1980, el co-patronazgo de Europa también a los hermanos y también santos Cirilo y Metodio. Posteriormente
(en 1999) el número de co-patrones del continente se amplió, esta vez incorporando
a cuatro santas: Catalina de Siena,
Brígida de Suecia, Eduviges I de Polonia y Teresa Benedicta de la Cruz
(las
dos últimas beatificadas por él mismo aquella misma década).

Y es precisamente en Santa
Teresa Benedicta de la Cruz
a quien voy dedicar el post de hoy, quien
falleció trágicamente, tras ser gaseada, en el campo de concentración de Auschwitz el 9 de agosto de 1942.

[Te puede interesar
leer:
El horror vivido en Auschwitz a
través de los dibujos de un preso anónimo
]

Su nombre secular Edith
Stein
y nació, en 1891, en la población de Breslau (Imperio
Alemán) dentro del seno de una modesta familia judía que tenía un
pequeño negocio de maderas. Quedo huérfana de padre a los dos años de edad y
era la más pequeña de once hermanos. Desde jovencita vio que aquel mensaje
religioso que su madre le inculcaba devotamente no hacía mella en ella y en
cuanto tuvo edad para decidir eligió convertirse al ateísmo.

Influyó mucho en su decisión sus años de estudiante
universitaria y la atracción que sintió hacia la filosofía. Otro de los puntos
claves en su forma de pensar surgió a raíz del estallido de la Primera Guerra Mundial. No entendía cómo
podía haber tantas personas pasándolo realmente mal y ella vivir como una
privilegiada, motivo por el que decidió darse más al prójimo trabajando como
enfermera.

También fue muy importante su compromiso social y lucha en
defensa de los derechos de las mujeres, siendo considerada como una de las
feministas más relevantes de su época.

[Te puede interesar
leer:
Odette de Pougy, una monja de armas
tomar
]

Retomó sus estudios tras la guerra y llegó a doctorarse,
obteniendo una distinción summa cum laude
y a lo largo de los siguientes años estuvo escribiendo una serie de importantes
obras filosóficas. Cierto día de 1921 llegó a sus manos una biografía de Santa Teresa de Jesús, cuya vida y obra
apasionó y, a pesar de haberse declarado como atea, empezó a experimentar
cierta atracción hacia el misticismo y la religión católica. Un año después era
bautizada en esta nueva confesión.

Una década después tomo otra decisión que sería fundamental
en su vida: tomar los hábitos e irse a vivir a un convento de religiosas. Pero
antes de hacerlo debía comunicar tal noticia a su madre, quien no llegó a
comprender cómo podía ser que habiéndola educado en la fe judía se hubiera
hecho conversa al cristianismo.

A finales de 1933, a los 42 años de edad, Edith ingresaba en
el convento de las Carmelitas de Colonia (Alemania) y seis meses después cambiaba su
nombre secular por el de Sor Teresa
Benedicta de la Cruz
, con él vivió a lo largo de la siguiente
década, consagrada a la entrega religiosa.

Sus años como atea y su
formación universitaria le ayudaron a tener cierta perspectiva de las cosas y a
ser crítica con la confesión a la que se había unido cuando lo veía oportuno. Eso
la lleva a criticar duramente la pasividad del Vaticano ante el nazismo alemán.

Y son precisamente los nazis
quienes acabaran apresándola y poniendo fin a su vida. A pesar de ser una monja
católica fue su ascendencia judía lo que propició tal desenlace. En el momento
de ser capturada en 1942 permanecía escondida en el convento holandés de Echt,
donde había llegado huyendo de Colonia tres años antes ante el estallido de la Segunda Guerra Mundial y el holocausto
que estaba llevando a cabo el Tercer Reich. Creían que al ser los Países Bajos
un país neutral no correría peligro alguno, pero en 1940 el país fue invadido
por Alemania.

Por aquel entonces Rosa, una
de las hermanas de Edith también había decidido hacerse religiosa,
siguiendo su camino. Ambas fueron apresadas el 2 de agosto y deportadas al campo
de exterminio nazi de Auschwitz. Una semana después (el 9 de agosto de 1942)
eran introducidas en un habitáculo (con la excusa de que debían ducharse) y
allí fueron gaseadas hasta encontrar la muerte.

[Te puede interesar
leer:
El héroe que entró en Auschwitz por
voluntad propia
]

A partir de entonces la figura de Edith Stein/Sor Teresa Benedicta de la Cruz se
convirtió en un referente para muchísimas personas (ya fueran creyentes o no).
Su importante obra filosófica es de vital importancia y referente para todos
aquellos que desean estudiarla o leer sobre la materia.

Veinte años después de su
fallecimiento (1962) se inició un proceso para de beatificación y tras quince
años (1987) se llevó a cabo por Juan Pablo II, el mismo papa que en 1998 la
canonizaría y subiría a los altares de santa y la nombraría co-patrona de Europa.

Fuentes de consulta e
imágenes: mujeresenlahistoria
/ vatican
/ Wikimedia
commons

[Te puede interesar leer: La monja que
mandó en el Vaticano más que el mismísimo papa Pío XII
]