Cuando los sucesores de Enrique IV perdieron el trono de Castilla por culpa de una supuesta disfunción eréctil del rey

La inmensa mayoría de los reyes y mandatarios de la Historia
han tenido un sobrenombre por el que han pasado a la historia (algunos incluso
varios). Enrique IV de Castilla
(1425-1474), fue conocido vulgarmente como Enrique ‘El Impotente’.

Cuentan los libros de historia que, tal y como era costumbre
en el siglo XV y tras un acuerdo del Reino de Castilla con el de Navarra, al
acabar la guerra que los enfrentaba, unieron en matrimonio al heredero
castellano Enrique con Blanca de Navarra,
primogénita de Blanca I de Navarra y
de Juan II de Aragón.

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A la edad de 11 años de edad fueron comprometidos celebrándose
el matrimonio cuatro años después.  

Según explican las crónicas de la época sobre la noche de
bodas de los jóvenes contrayentes:

«La boda se hizo
quedando la princesa tal cual nació, de que todos ovieron
(tuvieron) grande enojo» Incluso Mosén Diego de
Valera es aún más claro en su dictamen: «durmieron
en una cama y la princesa quedó tan entera como venía»

El papa Nicolás V
anuló el matrimonio
y en 1455, siendo ya rey de Castilla, Enrique IV se casó nuevamente, esta vez con Juana de Portugal.

De la unión nació una hija, Juana (que en un futuro sería conocida como ‘la Beltraneja’),
legítima heredera al trono, pero la ambición de Isabel de Castilla (hermana de Enrique) por el poder, hizo que fuese
acusada de ser hija ilegítima de
Juana de Portugal con Beltrán de la
Cueva
, hombre de confianza del monarca; de ahí que la heredera al trono
pasara a la Historia como ‘Juana la
Beltraneja’
.

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Los rumores de infidelidad por parte de la reina corrieron
de boca en boca y por toda la Corte, motivo por el que el rey comenzó a ser
conocido como Enrique ‘el Impotente’.

Varias son las crónicas e historiadores que apuntan que el
hecho de que Enrique IV de Castilla no llegase a consumar ninguno de los dos
matrimonios podría deberse a una supuesta homosexualidad del monarca, pues existen
algunos indicios de que llegó a mantener algunas relaciones con otros hombres
de su corte y ahí no hubo disfunción eréctil alguna que le afectase.

En investigaciones posteriores llevadas a cabo cinco siglos después
(entre ellas del célebre médico Gregorio
Marañón
)  se determinó que era más
que probable que el problema de Enrique IV no fuese una disfunción eréctil sino
que padeciese de esterilidad, de ahí
que no tuviera problemas para mantener relaciones sexuales con otros hombres
pero no lograra concebir un hijo.

Fuente de la imagen: Wikimedia
commons

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