Cuando hace un siglo las escuelas trasladaron sus aulas al aire libre para prevenir la tuberculosis

La tuberculosis,
también denominada ‘tisis’, es una
enfermedad infecciosa y que ataca principalmente a los pulmones (aunque puede
llegar a afectar a otros órganos) y que en la actualidad (según datos de la
OMS) tiene una incidencia mínima entre la población mundial de aproximadamente
el 0,1 %, muy lejos de las altas tasas que un siglo atrás hubo, siendo,
antiguamente, una dolencia que causaba un alto porcentaje de fallecimientos.

Ya, por aquel entonces, se tenía el convencimiento médico
que una de las medidas preventivas más eficaces era la de mantener una adecuada
distancia social y mantener los encuentros al aire libre, evitando los lugares
cerrados o poco ventilados.

Uno de los consejos era el mantener las puertas y ventanas
de los domicilios totalmente abiertas, con el fin de que el aire corriera por
el interior.

Durante el primer cuarto del siglo XX se produjo un
considerable aumento de casos de tuberculosis y muchos fueron los países que
decidieron adaptar sus sistemas de enseñanza con el fin de que los alumnos no
tuviesen que perder días de clase y al mismo tiempo evitar que estos estuviesen
juntos en un lugar cerrado, como era la escuela convencional, por lo que se
comenzó a instaurar en algunos lugares lo que se conoció como ‘escuelas al aire libre’
(evidentemente, en los diferentes idiomas de cada país).

El primer país en poner en marcha una ‘Freiluftschule’ fue en Alemania, en 1904, más concretamente en Charlottenburg
(a las afueras de Berlín), donde se habilitó una ‘escuela forestal’ en un
bosque. No era una idea pionera, ya que los germanos ya lo habían puesto en
práctica tres décadas antes (1876) donde se dio clases al aire libre a niños
huérfanos o de acogida de un importan centro de beneficencia.

Muchos fueron los científicos de la época que avalaron aquel
método de enseñar al aire libre y lo beneficioso que resultaba para los
estudiantes, no solo por formarse en un idílico entorno como es un bosque sino
también en el aspecto de la salud, ya que se detectaron menos casos de
contagios entre los alumnos que asistían a la Freiluftschule. Eso sí, aquellas
clases especiales tenían una duración de seis semanas (durante el verano)
debido a las bajas temperaturas de la región.

En los siguientes años otros países copiaron este modelo y
en Europa hay constancia de escuelas al aire libre entre 1907 y 1939 en
Francia, Suiza, Hungría, España, Italia, Países Bajos o Inglaterra.

Estados Unidos también tuvo varias ‘Open air schools’ (también llamadas ‘Schools of the woods’), siendo la ciudad de Providence (en el
Estado de Rhode Island) el primer lugar de todo el continente americano que lo
puso en marcha en 1908.

Pero no todos los sitios estaban preparados para adaptarse a
las escuelas al aire libre, ya fuese por la climatología como por falta de
espacio o dónde ubicarlas, por lo que se fue adaptando a las características de
cada lugar.

Uno de los métodos ampliamente utilizados también fue el tener
escuelas en las que las paredes de las aulas habían sido reemplazadas por grandes
ventanales que iban del suelo al techo y de una punta a la otra y que quedaban
completamente abiertos, dejando circular totalmente el aire y dando la
sensación de estar realizando las clases a la intemperie. La primera ‘Open air
schools’ abierta en Providence fue realizada de este modo.

Esta escuela abierta no paró sus clases con la llegada del
frío invierno, proporcionando mantas, guantes y otras ropas de abrigo a los
alumnos.

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, este modelo
de escuela dejó de realizarse a gran escala (tan solo en lugares muy
específicos) y aunque los resultados obtenidos ante la prevención del contagio
de la tuberculosis fueron positivos, una vez acabado el conflicto bélico se
optó por recuperar el viejo modelo de escuela tradicional.

En la actualidad, y debido a la pandemia de coronavirus, muchos son los lugares del planeta en los
que se está recuperando el concepto de
escuela en el exterior
, con el fin de mantener la adecuada distancia social
entre los alumnos, además de aprovechar los beneficios para la salud que proporciona
estar al aire libre. Una idea que no es compartida por todo el mundo y que se
está encontrando con bastantes dificultades para ser aplicada en un gran número
de lugares.

Fuentes de consulta e imágenes: nytimes
/ encyclopedia
/ smithsonianmag
/ rimedicaljournal
(pdf)
/ history
/ Wikimedia
commons

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