Cuando en el siglo XVIII los menores de edad acudían a una pequeña aldea escocesa para casarse sin consentimiento paterno

Célebremente famosas son Las Vegas, ya no solo por sus casinos sino por las numerosísimas bodas exprés que allí se
celebran entre los visitantes a esta localidad. La mayoría de esas uniones
matrimoniales acaban anulándose a las pocas horas o días, debido a que son
fruto de un espontaneo momento de euforia, pasión e incluso etílico, ya que un
gran número de contrayentes acaban de conocerse en una noche de juerga y se han
dejado llevar por el desenfreno.

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Pero Las Vegas no es el único lugar del planeta en el que
cualquier pareja puede contraer matrimonio de una manera rápida y sin gestionar
ningún tipo de documentación previa. A lo largo y ancho del planeta hay otras
muchas poblaciones que, por algún motivo, tienen ese estatus especial para
poder oficiar bodas exprés.

Uno de esos lugares es la pequeña aldea de ‘Gretna Green’ situada en el condado escoces de Dumfriesshire y es
la primera población (a poco más de tres kilómetros de distancia) que hay tras
traspasar la frontera entre Inglaterra y
Escocia
.

El hecho de que Gretna Green se convirtiera en uno de esos
lugares donde se celebran bodas exprés
surgió a partir de mediados del siglo XVIII, más concretamente desde el año 1754, debido a que el 25
de marzo se puso en vigor una ley aprobada en el Parlamento inglés por el cual se
prohibía las bodas en Inglaterra entre contrayentes menores de 21 años que no
tuviese autorización paterna para casarse
.

Esto provocó que algunos impacientes y enamorados adolescentes ingleses, menores de edad
y con deseos de casarse, buscasen alternativas a esa restrictiva ley y
encontrasen la solución en ir a contraer matrimonio en Escocia, donde la ley escocesa indicaba que podían unirse,
sin necesidad de permiso paterno, aquellos jóvenes a partir de 12 años ellas y 14 años ellos.

Por tal motivo y aprovechando la fluida vía de comunicación,
a través del servició de diligencias que unía las capitales de Londres con
Edimburgo, muchos eran las parejas de adolescentes que compraban un par de
pasajes y viajaban hasta la primera población escocesa que había, una vez
traspasada la frontera.

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Este lugar era Gretna Green. Los jóvenes podían presentarse ante
cualquier autoridad local y ésta oficiaría una ceremonia con la que los casaría
en pocos minutos. Después la joven pareja contrayente volvería a coger la
diligencia de vuelta a Inglaterra, donde llegarían como recién casados.

Este hecho hizo que, según iban pasando los años, cada vez
fuesen más parejas de jóvenes que hasta Gretna Green se acercaban para contraer
matrimonio y, por tal motivo, se permitió a que cualquier vecino que solicitase
un permiso especial, estaría facultado para oficiar las ceremonias.

Uno de los negocios que más abundaban en aquella pequeña
aldea era el de las herrerías (debido a que era el lugar perfecto para cambiar
las herraduras de los caballos que llevaban las diligencias) y muchos fueron
los herreros que, a partir de aquel momento, tuvieron potestad para casar a los
jóvenes.

Curiosamente hacían firmar el documento que los acreditaba
como matrimonios sobre el yunque en el que, cuando no tenían bodas, los
herreros trabajaban. Por tal motivo estas ceremonias recibieron el apelativo de
‘bodas del yunque’ (Anvil Weddings)
o ‘bodas sobre el yunque’ (Married Over
the Anvil) y a los oficiantes se les conocía como ‘Sacerdotes del yunque’ (Anvil’s Priest).

A lo largo del siguiente siglo centenares fueron las jóvenes
parejas inglesas que contrajeron matrimonio de este modo y lugar, por lo que,
en 1857, Inglaterra volvió a emitir otra nueva ley, dictando que, para que un
certificado de matrimonio expedido en Escocia fuese válido en suelo inglés, uno
de los dos contrayentes debería demostrar que al menos había residido en alguna
población escocesa por un periodo mínimo de 21 días.

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Esto dificultó los planes de fuga de muchas de esas parejas
de adolescentes y en los siguientes años descendió sensiblemente el número de
bodas de ingleses en Escocia. Pero, como ocurre casi siempre, en Gretna Green
no querían perder aquel negocio que desde un siglo atrás reportaba a la aldea numerosísimos
visitantes y unos pingües beneficios
económicos
. Por tal motivo ayudaron a los contrayentes a saltarse la nueva
medida inglesa y se expedían certificados en los que se acreditaba que uno de los
contrayentes había residido en la población durante tres semanas.

Según fueron pasando los años, las leyes inglesas que
restringían los matrimonios fueron cambiando, facilitando las bodas sin
consentimiento a partir los 18 años de edad.

Eso sí, Gretna Green ya había quedado como un lugar ideal
para ir a casarse, aunque no se tuviera prisa por hacerlo ni los contrayentes
fuesen menores de edad y, actualmente, se calcula que anualmente se celebran en
esta aldea alrededor de cinco mil bodas de personas que viajan hasta allí desde
cualquier parte del planeta, lo cual reporta unos buenos ingresos económicos a
este condado escocés.

Fuentes de consulta e imagen: gretnagreen
/ atlasobscura
/ undiscoveredscotland
/ bbc

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