Cuando en el siglo XIX se aprobaron leyes para encarcelar a los hombres que seducían a las mujeres con falsas promesas de matrimonio

Durante gran parte de la Historia, se vinculó el virtuosismo y cualidades de una mujer soltera a su
castidad
, siendo prácticamente imprescindible que ésta fuese virgen en el
momento de contraer matrimonio y, en caso contrario, el esposo podría
repudiarla la misma noche de bodas. Así lo estipulaban numerosas costumbres culturales, sociales y
religiosas
y que acabaron convirtiéndose en algo muy común en muchas sociedades.
Incluso hoy en día todavía existen ciertos grupos étnicos o religiosos que
siguen rigiéndose por tales preceptos.

La inmensa mayoría de mujeres intentaban mantener intacta su
virginidad hasta el momento en el que llegase el hombre perfecto con quien
desposarse, pero también nos encontramos con numerosísimos casos en los que sucumbían a los encantos de algún varón que
las seducía con promesa de matrimonio
incluida y que posteriormente incumplían.

La sociedad heteropatriarcal solía castigar y echar la culpa
de que esto sucediera a las propias mujeres, pero, afortunadamente, hubo un
momento en el que las cosas empezaron a cambiar y mejorar para estas, debido a
que hubo una corriente de personas y legisladores que reconocieron que en la
sociedad existía una serie de hombres que, impunemente, se dedicaban a seducir
a jóvenes damas solteras, prometiéndoles casarse con ellas y a las que
abandonaban tras haber mantenido relaciones sexuales o una corta relación sentimental.

Ellas quedaban marcadas para la sociedad, pero, por el
contrario, ellos seguían campando libre e impunemente, dedicándose a engatusar
a una tras otra y sin cumplir ninguna de sus promesas nupciales.

Por tal motivo algunos fueron los lugares en los que, a
mediados del siglo XIX, se comenzó a legislar y perseguir a los seductores, con el fin de poner fin a sus
reprochables prácticas y castigándoles con penas de prisión si decidían incumplir la falsa promesa de matrimonio
que habían hecho.

Fue una época en la que muchas fueron las jóvenes mujeres
que perdieron el miedo a ser señaladas y se animaron a denunciar públicamente a
aquellos hombres que, tras haber mantenido un romance con ellas y seducirlas hasta llevarlas a tener
relaciones sexuales
, se habían echado para atrás e incumplían la promesa
dada de casarse con ellas.

Evidentemente, todas aquellas denuncias debían ir
acompañadas de las correspondientes pruebas y testigos que dieran fe a lo
expuesto por la demandante.

Muchos eran los tribunales en los que, tras ser probado el
incumplimiento de promesa matrimonial y antes de dictar sentencia contra el
acusado, el juez daba la oportunidad a éste de cambiar de opinión y
comprometerse allí mismo en cumplir con su palabra y desposarse con la joven a
la que había seducido. Incluso, se dieron casos en los que ya se había avisado
previamente a un sacerdote para que estuviera presente en el juicio y pudiese
oficiar allí mismo la boda.

También existen algunas crónicas de la época en las que se
explica cómo un juez había dictado sentencia contra la demandante al encontrar
probado que había sido esta quien se había dejado seducir por el demandado, con
el fin de obtener una promesa de matrimonio y llevar a cabo su propósito de
casarse. En estos casos era ella la que recibía el castigo, aunque la pena por
perjurio era algo menores y no solía ir a prisión, teniendo que pagar alguna
multa o realizar algún trabajo social. Cabe destacar que muy pocas fueron las
sentencias dictadas en este sentido.

Pero de las diversas leyes que se pusieron en marcha en
aquella época en contra de la seducción, hay una realmente curiosa y que fue
aprobada en el Estado de Ohio el 22 de abril de 1866.

En ella  no solo se prohibía
la seducción bajo una falsa promesa de matrimonio, sino que quien lo hiciera no
podría estar trabajando como maestro, entrenador e instructor de esa mujer;
incluso aunque se tratase de una relación consentida por ella.

Aquel que se saltaba esta ley corría el riesgo de ser
detenido, juzgado y condenado a penas  que podían oscilar entre los dos y diez años
de prisión.

Trece Estados de EEUU legislaron diferentes leyes durante el
siglo XIX entre ellos el mencionado Ohio, Nueva York, Virginia o Michigan.

A principios del siglo XX se dio un paso atrás y, en las
primeras décadas, empezaron a desaparecer las leyes que protegían la
honorabilidad de las mujeres y al engaño al que algunas eran sometidas por los
seductores.

Fuentes de
consulta e imagen: intellectualtakeout / Crime
And Punishment In American History
/ Laws of the State of New York / Annotated Penal Laws of Georgia / history
/ Wikimedia
commons

Más historias que te pueden interesar: