Cuando en 1855 tuvo lugar en Barcelona la ‘Primera Huelga General’ en la Historia de España

Estamos acostumbrados a que, cada vez que un gobierno hace
las cosas mal, los trabajadores (a través de sus representantes sindicales) se
organicen y convoquen huelgas generales
que paraliza prácticamente la vida laboral del país durante una jornada  (o varias).

Hay muchos tipos de movilizaciones obreras y las más comunes
son las que se realizan aisladamente (por sector, empresa o localidad), pero
cuando se llega a una huelga general, suele ser seguida por un amplio sector de
la sociedad, debido a que cuando se llega a tal decisión suele ser porque las
cosas andan francamente mal para la gran mayoría de ciudadanos.

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Si nos centramos en España nos encontramos con que la
considerada como la ‘Primera Huelga
General’
en la Historia tuvo lugar en la provincia de Barcelona durante
nueve días seguidos (del 2 al 11 de julio de 1855).

Fue durante el conocido como ‘Bienio Progresista’ que se inició un año antes con el cambio de
gobierno (bajo el reinado de Isabel II) en el que el Partido Progresista llegó al poder, después de una década de
haberlo hecho el conservador Partido
Moderado
.

Los progresistas prometieron una serie de cambios y mejoras
laborales, en una época en la que la industrialización estaba tomando más
fuerza, sobre todo en Cataluña, y en el mayor número de fábricas (sobre todo
dedicadas al textil) se abrían en los alrededores de la ciudad de Barcelona.

Las larguísimas jornadas laborales (de hasta 15 horas
diarias) y salarios míseros provocó que se empezara a tomar consciencia
colectiva por mejorar las condiciones de trabajo y a crearse las primeras
asociaciones de gremios y trabajadores que serían el germen del sindicalismo en
España.

Una de esas primeras asociaciones del movimiento obrero fue la
‘Junta central de directores de la clase
obrera’
. Sus miembros se reunían en asambleas y discutían sobre las mejora
de las condiciones salariales y horarias. Por aquel entonces la mitad del jornal
que ganaba un trabajador se destinaba para el sustento (desayuno, comida y
cena), teniendo en cuenta que los hombres ganaban mucho más que las mujeres y
los niños. Debemos tener en cuenta que la explotación
infantil
en aquella época estaba al orden del día y tras la llegada de la ‘revolución
industrial’ cada vez era mayor la incorporación laboral de pequeños, a partir
de los seis años de edad, que eran colocados a trabajar por sus padres debido a
las precarias condiciones en las que vivían.

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Se produjeron varios contactos entre los diferentes gremios
y asociaciones de trabajadores con miembros del gobierno, entre ellos Pascual Madoz, quien ocupó el cargo de gobernador civil de Barcelona durante
1854 (sirviendo de puente entre empresarios, gobierno y clase trabajadora) y
que a partir de enero de 1855 sería nombrado ministro de Hacienda.

Pero a pesar de su voluntad
de dialogo y el intento de cerrar acuerdos y mejoras laborales estas no
llegaban o concretaban, por lo que tras un año de gobierno liberal y
ante la no llegada de esos esperados cambios comenzó a presionarse desde las
asociaciones de obreros para que el presidente Baldomero Espartero cumpliese sus promesas de arreglar los
problemas de los trabajadores y su precaria situación.

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Esa tensión provocó que en junio de 1855 desde Madrid llegara
la orden de prohibir las reuniones obreras y el asociacionismo, algo que hizo
que la ‘Junta central de directores de la clase obrera’ pasase a la
clandestinidad, además de causar un malestar generalizado de la clase obrera.

Otro de los puntos importante de las protestas obreras era
la cada vez mayor incorporación de maquinaria en las fábricas. Las grandes y
modernas máquinas (sobre todo en el sector textil) provocaba que cada vez
fuesen menos los trabajadores y trabajadoras contratados, sustituyendo un gran
número de mano cualificada por ‘selfactinas’,
máquinas hiladoras mecanizadas que sustituían a un gran número de obreros.

Por tal motivo muchas fueron las empresas textiles que
empezaron a sufrir el ‘antimaquinismo’,
siendo cada vez mayo aquellas fábricas en las que los propios trabajadores
saboteaban las máquinas con el fin de que finalmente el empresario tuviera que
contratar mano de obra. Este episodio fue conocido como ‘el conflicto de las selfactinas’ y dio pie a que, debido a las
continuas asambleas obreras que se realizaban, se diera orden desde Madrid de
apaciguar las cosas y acallar las protestas de los trabajadores.

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Por tal motivo, desde el Gobierno Civil de Barcelona y la
Capitanía General de Cataluña (con el general
Juan Zapatero y Navas
al frente) se cursó una orden por la cual se prohibía
el asociacionismo obrero, pasando a la ilegalidad la 

Junta central de directores de la clase obrera

y otras mutualidades de trabajadores, quienes siguieron reuniéndose
clandestinamente y decidieron convocar una ‘huelga
general indefinida’
en toda la provincia de Barcelona (que era la que un mayor
número de fábricas textiles y otro tipo de factorías reunía en todo el
territorio nacional).

Junto con la ilegalización del asociacionismo obrero se sometió
a los trabajadores a la ley marcial, por la que se amenazaba con severas
sanciones y castigos a aquellos que hicieran algún acto de sabotaje.

Esta insoportable situación provocó que el 2 de julio de
1855 se iniciara en Barcelona y alrededores lo que se ha considerado como la ‘Primera Huelga General’ en la Historia de
España
. Fueron nueve días de protestas obreras en los que la práctica
totalidad de trabajadores no acudieron a su puesto de trabajo (sobre todo en
las primeras jornadas) y que incluso lograron que muchos comercios de la Ciudad
Condal cerraran sus puertas en solidaridad.

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La huelga tuvo un gran seguimiento (casi total) durante las
tres primeras jornadas, tal y como iban pasando los días (a partir del 5 de
julio) fue perdiendo gradualmente el apoyo de algunos trabajadores que no se podían
permitir faltar más al puesto de trabajo y no percibir el salario con el que subsistía
sus familias.

Hubo alguna represalia hacia los huelguistas por parte de
los militares bajo el mando del general Juan
Zapatero y Navas
, deteniendo a una setentena de ellos que fueron enviados
como deportados a La Habana (Cuba), por aquel entonces todavía colonia
española.

El 9 de julio el presidente Baldomero Espartero envió a Barcelona como representante del gobierno
al coronel Saravia
con voluntad de dialogar y poner fin al conflicto
obrero. Dos días después la huelga fue desconvocada y en los siguientes meses
se discutió en el Parlamento la mejora de las condiciones laborales.

Fuentes de consulta e imágenes: ballesterismo
/ historiadeespananivelmedio
/ historiadelmovimientoobrero
/ wikiteka
/ apunteshistoria
/ Wikimedia
commons

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