Cuando el Jubileo de Rubí de Isabel II se convirtió en su ‘Annus horribilis’
El Jubileo de la monarquía británica son una serie de eventos que se celebran a lo largo de un año en el cual se conmemora un aniversario especial. El rey Jorge III fue el primero en po0nerlo en práctica en 1809 con motivo de su ‘Jubileo de Oro’ (50 años en el trono) y a partir de ahí sus sucesores siguieron realizándolo. La siguiente fue la reina Victoria en 1887, también con motivo de su medio siglo reinando y diez años más celebró el ‘Jubileo de Diamante’. La siguiente celebración no tuvo lugar hasta 1935, cuando Jorge VI cumplió un cuarto de siglo como rey (Jubileo de Plata) y todos las siguientes celebraciones por tal ocasión las ha protagonizado la misma reina a lo largo de sus siete décadas como monarca: Isabel II.
En 1977 el Jubileo de Plata (25 años), 1992 de Rubí (40 aniversario), 2002 de Oro (medio siglo), 2012 de Diamante (60 años) y en 2022 el de Platino (70 años).
Todas estas celebraciones han destacado porque se realizaron una serie de actos con la activa participación de toda la Familia Real, acuñándose monedas y medallas conmemorativas y realizándose diversos viajes de Estado a países pertenecientes a la Commonwealth (bajo domino o tutela del Reino Unido, siendo súbditos del monarca británico de turno).
Pero entre todos los Jubileos que celebró la reina Isabel II hay uno que destacará por encima de los demás: el de Rubí, con motivo de su 40 aniversario en el trono y el cual pasó a la historia como el ‘Jubileo del Annus horribilis’, tal y como lo bautizó la propia soberana en el discurso que ofreció el 24 de noviembre de 1992 en el palacio de Guildhall (antigua casa consistorial de la ciudad de Londres y sede de múltiples eventos y conmemoraciones) frente a medio millar de invitados al solemne acto.
Sus palabras fueron:
[…] 1992 no es un año al que miraré hacia atrás con absoluto placer. En palabras de uno de mis corresponsales más comprensivos, ha resultado ser un annus horribilis […]
(1992 is not a year on which I shall look back with undiluted pleasure. In the words of one of my more sympathetic correspondents, it has turned out to be an annus horribilis)
El corresponsal a quien hacía referencia la reina era Edward William Spencer Ford, un antiguo empleado de la Casa Real británica que había estado trabajando como Secretario Privado Adjunto del Rey Jorge VI (a partir de 1946) y de la propia Isabel II desde 1952 hasta 1967, quedando entre ambos una sólida relación de amistad, la cual aprovechaban para intercambiarse correspondencia postal. En una de esas cartas de aquel mismo año, él había usado la frase en latín ‘annus horribilis’ (que se traduciría como ‘Año horrible’), como clara referencia a los diferentes acontecimientos que le había tocado vivir a la monarca durante aquel 1992.
Y es que el Jubileo de Rubí de Isabel II fue realmente desastroso, teniendo en cuenta que aquel mismo año sus tres hijos casados (tenía un cuarto, Eduardo, que seguía soltero en aquel momento) decidieron romper sus respectivos matrimonios. Por un lado su hija, la princesa Ana formalizó el divorcio el 28 de abril con su esposo, el capitán Mark Phillips. Un mes antes, Andres (duque de York) anunciaba su separación de Sarah Ferguson, tras haberse hecho públicas en el mes de enero una fotografías de su esposa en las que aparecía junto a su amante (un millonario estadounidense). También había habido problemas en el matrimonio de su primogénito y heredero al trono, Carlos con su esposa Lady Diana, debido a la publicación de un libro y articulo en la prensa en el que salía a la luz las infidelidades del entonces Príncipe de Gales (y actual rey Carlos III) con Camilla Parker Bowles (con quien se casó en 2005).
Pero el año horrible de Isabel II no solo pasaba por la parte sentimental de sus hijos, también por un incendio que tuvo lugar en el Castillo de Windsor (una de sus residencias oficiales) y en el que sufrió grandes daños, teniéndose que realizar unas reparaciones de costes multimillonarios.
A nivel político, uno de los varapalos para la monarca fue la decisión de la isla de Mauricio (perteneciente a la Commonwealth) en convertirse en república y desvincularse de la Corona británica.
Los australianos (pertenecientes a la Mancomunidad de Naciones) también le dieron un disgusto a Isabel II cuando decidieron que sería retirada la mención a la reina que se hacía en el juramento de ciudadanía australiana.
Y como colofón, en octubre de aquel año, durante una visita a la ciudad alemana de Dresde, un grupo de manifestantes lanzaron huevos contra Isabel II.
Durante gran parte de la historia, la monarquía británica había sido la institución mejor valorada (apoyada por un altísimo porcentaje de ciudadanos) pero tras aquel ‘annus horribilis’ de 1992 muchas fueron las voces discordantes, habiendo un aumento de apoyos a sectores republicanos y convirtiéndose en el centro de burla de un gran número de humoristas que empezaron a perder el respeto por la Casa Real y hacer chistes sobre ellos.
Fuente de la imagen: Wikimedia commons
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