A todos, más tarde o temprano, nos llega la hora de morir, pero en algunas ocasiones hay ciertos personajes en el que su final no les llega por causas naturales y que por un motivo u otro han sido objetivo de atentados e intentos de asesinato, pero que el caprichoso destino ha hecho que fuese muy difícil acabar con ellos.
Uno de ellos es Edward Teach, el temido pirata conocido como “Barbanegra”, uno de los piratas más odiados y temidos al mismo tiempo, y que en el siglo XVIII tuvo aterrorizados a todos aquellos que pasaron por las costas americanas.
La suya no fue una larga carrera delictiva, ya que apenas se dedicó a la piratería poco más de cinco años, pero su brutalidad y sangre fría a la hora de cometer sus asaltos a otras embarcaciones lo coloca como uno de los más crueles y sanguinarios. Fueron muchos los que quisieron acabar con su vida y, batalla tras batalla, nadie lo conseguía. El final de Edward Teach llegó tras una sangrienta y dura pelea, en la que se necesitaron más de veinticinco heridas y seccionarle la cabeza para acabar con él.
Y precisamente, acabar con la vida de Barbanegra fue una apuesta personal del gobernador de Virginia, Alexander Spotswood, el cual se tomó como un reto personal el conseguir acabar con la vida del pirata y devolver la tranquilidad a la costa atlántica de Norteamérica.
El pirata se había instalado en el vecino estado de Carolina del Norte y vivía bajo el amparo de Charles Eden, gobernador de la colonia que, a cambio de recibir parte del botín de los asaltos hacía la vista gorda, siempre y cuando las fechorías se realizaran fuera de su jurisdicción.
El gobernador Spotswood confió su encargo a uno de sus mejores hombres, el teniente Robert Maynard, un marino experimentado en múltiples batallas y que debería ser el que le llevase la cabeza cortada de Barbanegra, sin importarle las bajas entre sus hombres que eso supondría.
Puso a Maynard al frente de dos navíos junto a un par de balandras con las que se dirigió hacia las costas de Carolina del Norte acompañado por algo más de medio centenar de hombres. La noche del 21 de noviembre de 1718 arribó frente a la costa y allí esperaron el momento oportuno para atacar.
Pero Barbanegra ya había sido alertado de la presencia de los barcos, por lo que decidió iniciar el ataque a bordo del Adventure y en compañía de 19 de sus mejores hombres. El error del pirata fue el haber estado bebiendo durante esa noche, lo cual le mermaría sus reflejos y sería fatal para su desenlace.
Al llegar al punto de encuentro hubo un intercambio de palabras entre Maynard y Teach, para continuar la discusión a cañonazos. Tras un tira y afloja naval en el que el Adventure quedó encallado. Entonces Barbanegra saltó junto a sus hombres al abordaje del buque en el que se encontraba el militar británico.
Se desencadenó una brutal pelea entre ambos. El pirata golpeó al teniente en la mano y la espalda, dejándolo herido. El oficial inglés pudo hacerse con una pistola y disparó a bocajarro a Barbanegra, otro marinero le clavó un puñal y finalmente Maynard recuperó su espada y cortó de cuajo la cabeza de Edward Teach, mientras los otros le asestaban varias puñaladas y tiros al cuerpo inerte del temido pirata.
Robert Maynard colgó la cabeza en la balandra del navío como muestra de su hazaña y como advertencia al resto de piratas de la zona. Al llegar a Virginia le entregó el ‘trofeo’ al gobernador Alexander Spotswood.
Post publicado originalmente para Yahoo! Noticias España el 4/1/2012:
https://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-historias/barbanegra-un-pirata-dif%C3%ADcil-matar-155006428.html