Atlantropa, el ambicioso proyecto de unificar Europa y África

A finales de la década de los años veinte del pasado siglo, Herman Sorgel, uno de esos arquitectos visionarios que surgieron en la época, planificó un ambicioso plan en el que pretendía unificar Europa y África y terminar de ese modo con la acuciante crisis mundial que estaba haciendo mella en la economía.

Estaba convencido de que el continente africano estaba totalmente desaprovechado y que el mar Mediterráneo había ‘invadido’ gran parte de terreno que podría utilizarse para crear nuevas urbes y estados.

Atlantropa era el nombre con el que había bautizado el megaproyecto y entre sus ‘brillantes ideas’ figuraba cerrar el paso al Océano Atlántico por el estrecho de Gibraltar y allí construir una presa con la que generar energía eléctrica.

Otra presa sería construida en el estrecho de Dardanelos con el fin de evitar el paso de más agua hacia el Mediterráneo y así conseguir que paulatinamente fuese evaporándose el mar y recuperar todo aquel terreno que permanecía sumergido.

Ello ayudaría a que hubiera más extensiones de terreno en las que crear nuevas fuentes de riqueza. La evaporación del mar devolvería en algo más de medio siglo cerca de seiscientos mil kilómetros cuadrados de terreno.

Uno de los objetivos prioritarios era canalizar parte del mar Mediterráneo hacia el centro de África y crear un nuevo mar artificial. Pero también tenía otros planes para este continente, ya que apostaba por la forma de colonización de sus territorios y así sacar el máximo provecho de los recursos naturales y humanos.

A priori este proyecto parecía descabellado y sin futuro alguno, pero muchos fueron los que lo apoyaron y creyeron en él, viendo viabilidad y apostando por su puesta en marcha.

Grandes figuras de la arquitectura y la ingeniería se unieron a Herman Sorgel y avalaron sus propuestas. Nombres tan distinguidos como el arquitecto alemán Peter Behrens daban todo su apoyo y deseaban formar parte de este megalítico proyecto, en el que aportarían sus diseños e ideas.

Pero a pesar de las buenas críticas recibidas por grandes expertos, no terminaba de recibir el apoyo de quién podría llevarlo a cabo: los líderes y gobernantes.

El ascenso político de Adolf Hitler en Alemania creó falsas esperanzas a Sorgel, creyendo que su idea de crear un nuevo continente sería apoyada por el líder nazi, pero nada más lejos de la realidad, ya que desde un principio este lo desestimó y no prestó el más mínimo interés por él.

Descartado el apoyo de los alemanes, fue a buscarlo a las antípodas políticas. Uno de esos arquitectos convencidos fue Erich Mendelsohn, que en aquellos momentos se encontraba refugiado en Suiza y estaba seguro de que en el nuevo continente Atlantropa habría suficiente terreno para poder entregar a los colonos judíos, sin que estos tuviesen que arrebatárselo a los palestinos.

El inicio de la Segunda Guerra Mundial dio al traste con el ambicioso proyecto, debido a que los gobiernos estaban más pendientes del conflicto bélico que en atender y llevar a cabo el plan propuesto por Sorgel, quien falleció en 1952 sin poder ver hecho realidad aquello en lo que depositó tanto esfuerzo y años de trabajo.

Fuentes de consulta: modernmechanix / cgredan / pagina12