Uno de los momentos de mayor intensidad en la vida de cualquier ciudadano norteamericano es todo el proceso que va desde la campaña electoral, la jornada electoral y la toma de posesión del nuevo presidente de la nación.
Todo ello se desarrolla a lo largo de un año, llegando a su preludio el 20 de enero, fecha que desde 1937 es la escogida para que el ganador de las elecciones haga su juramento ante los ciudadanos.
En 2013, al coincidir que el día 20 es domingo, el juramento y toma de posesión del segundo mandato de Barack Obama se ha realizado en una ceremonia privada en la Casa Blanca, desplazando toda la celebración ante los ciudadanos para el lunes 21.
Cada acto de investidura, hasta la explanada situada frente al Capitolio de los Estados Unidos, en Washington DC, se desplaza una multitud de ciudadanos que quieren contemplar en vivo ese momento histórico. Pero, a lo largo de la Historia, no todas las tomas de posesión de los nuevos presidentes de los EEUU han salido lo bien que se desearía, habiendo unas cuantas que acabaron de manera trágica o accidental.
Hace un par de años os contábamos el curioso relato de cómo en 1829, en el día de su investidura, el presidente Andrew Jackson organizó una jornada de puertas abiertas, provocando que las más de veinte mil personas que hasta allí se acercaron acabasen destrozando la Casa Blanca.
William Henry Harrison, de 68 años de edad y noveno Presidente de los EEUU, ostenta el record de ser el que se ha mantenido menos tiempo en el cargo, debido a que falleció a los treinta días de tomar posesión el 4 de marzo de 1841.
El 4 de abril fallecía a consecuencia de una neumonía, la cual cogió tras el largo discurso, de más de dos horas, que pronunció a la intemperie, en un día que se recuerda como muy frío y con una humedad extrema. La emoción del momento hizo que el presidente Harrison estuviese hablando entusiasmado frente a sus conciudadanos, haciéndolo en mangas de camisa y desprovisto de cualquier tipo de ropa de abrigo.
Ese día, y sin poder cambiarse la ropa húmeda que llevaba, también tuvo que asistir a un desfile militar a la intemperie. Todo ello provocó que cogiese un fuerte resfriado que lo mandó directamente a la cama y tras un mes de fiebre alta empeoró, convirtiéndose en la neumonía que acabó con su vida.
Pero si hubo una investidura que sería recordada en Estados Unidos durante largo tiempo ésta es la que tuvo lugar el 4 de marzo de 1857 en el Hotel Nacional de Washington.
Tras el juramento presidencial tuvo lugar una gran cena de gala para celebrar la toma de posesión del nuevo presidente James Buchanan, pero un brote de legionella, por culpa de la insalubridad del establecimiento (a pesar de ser de lujo, en aquella época los desagües y alcantarillado no eran adecuados ni higiénicos), afectó a los 400 invitados que acudieron a tan solemne acto (incluido el presidente y grandes personalidades de la época).
El resultado fatal fue el fallecimiento de 36 personas, aunque la vida del mandatario norteamericano finalmente no corrió peligro y logro sanarse.
Para finalizar el post, queda recordar la entrada en la que os explicaba la historia en la que, en 1860, se temió que la investidura de Abraham Lincoln acabase en tragedia, ante los inminentes rumores que existían de un complot para asesinarlo, teniendo que disfrazarse de mujer para así pasar desapercibido en el tren que lo conducía en dirección a Washington DC y lograr llegar sano y salvo a su toma de posesión como nuevo presidente de los Estados Unidos.
Fuente: Yahoo! News