La accidentada expedición australiana a la Antártida

Las últimas décadas del siglo XIX así como las dos primeras del XX fueron un periodo de tiempo en el que uno de los objetivos prioritarios de muchos de los aventureros y expedicionarios de la época era viajar hacia el sur y descubrir todo aquello que se pudiese de la Antártida, un continente desconocido para la mayoría de los seres humanos.

El 14 de diciembre 1911 fue la fecha en la que el noruego Roald Amundsen llega al Polo Sur, ganando la carrera a su rival, el británico Robert Falcon Scott, por ser el primero en conseguirlo. Coincidiendo con el mes y año, desde Australia se había estado preparando una expedición cuyo objetivo era llegar a una zona de la Antártida que estaba prácticamente inexplorada, para así poder llevar a cabo el propósito de cartografiarla.

Al frente de dicha expedición se encontraba el británico Douglas Mawson, quien un año atrás había rechazado el ofrecimiento de su compatriota el capitán Scott para formar parte de su equipo, pero Mawson declinó la invitación y prefirió montar su propia expedición.

Formó un nutrido y compacto equipo de aventureros, entre los que destacaban el famoso geólogo de origen suizo Xavier Mertz, el teniente del Regimiento de Fusileros Reales británico Belgrave Edward Sutton Ninnis y el fotógrafo australiano Frank Hurley, gracias al cual hoy en día tenemos una importante colección de fotografías de aquella expedición.

El 2 de diciembre de 1911 fue la fecha escogida para partir en el barco bautizado como Aurora, con el que, tras las oportunas escalas para recoger al resto de los componentes, llegarían a una zona inexplorada en la que se creó un primer campamento base y se continuó viajando hacia el oeste.

Se tardaron varios meses en llegar hasta el punto en el que Douglas Mawson había decidido que sería el lugar de partida de los cinco equipos que formó para que cada uno explorase una zona concreta.

A Mawson lo acompañaban en su equipo Mertz y Ninnis, llevando tres trineos tirados por perros de raza husky. Era el 15 de noviembre de 1912 y se marcó como fecha límite para volver a reunirse todos los equipos dos meses más tarde.

Pero un cúmulo de despropósitos convirtió la expedición de estos tres hombres en un verdadero infierno.

El teniente Ninnis sufrió un aparatoso accidente cuando su trineo se precipitó por una grieta

, cayendo junto a él un buen número de perros y la mayor parte de los víveres y comestibles que llevaban, las ropas de abrigo de repuesto e incluso la tienda de campaña.

Fue un terrible varapalo para Mawson y Mertz quienes vieron que su viaje se iba a hacer mucho más difícil de lo que ya había sido hasta aquel momento. La primera dificultad era el haber perdido los alimentos de Mertz, ya que el suizo era vegetariano y seguía una estricta dieta.

La única solución para alimentarse era la de ir sacrificando poco a poco algún perro de los que les acompañaban e ir comiendo la carne; así como alimentar al resto de los husky. Creyendo que hacían lo correcto, Mertz se comió un mayor número de hígados de los perros, para así tener que comer menos carne.

Tras una dura travesía tratando de regresar a la base, fueron pasando los días y en el décimo ya no quedaban más perros por sacrificar ni comida que ingerir. Xavier Mertz comenzó a enfermar hasta tal punto que le fue imposible continuar. El 7 de enero de 1913 fallecía en la tienda improvisada que había montado Mawson para resguardarse del frío.

El británico se sentía cada vez más débil, pero trató de sacar fuerzas para alcanzar su objetivo de regresar con vida y poder entregar las importantes pruebas geológicas que había ido recogiendo a lo largo de toda la expedición.

Su vuelta al campamento base fue todo un calvario, encontrando que el Aurora ya había zarpado de allí poco antes. Pero media docena de hombres se habían quedado a la espera de que regresasen los equipos y eso permitió que fuese debidamente atendido y alimentado.

Pero todavía les quedaría tener que esperar allí hasta finales de año, tiempo que tardó el barco en regresar para recogerlos.

Durante mucho tiempo se tuvo el convencimiento que el fallecimiento de Xavier Mertz se había debido a un cúmulo de causas, entre las que se encontraba la hipotermia, la desnutrición y el hecho de comer carne de perro al ser vegetariano, pero estudios más recientes han indicado que la causa más probable de la muerte fuese en realidad por hipervitaminosis A debido a la masiva ingesta de hígado de huskys, ya que se ha demostrado que éstos producen gran cantidad de Vitamina A, como defensa de su organismo ante la vitamina contenida masivamente en las algas marinas.

Fuentes de consulta: diariodelviajero / wikipedia