A lo largo de los últimos siglos, muchos han sido los proyectos arquitectónicos y de ingeniería que han sido realizados para cambiar la fisonomía de muchas de las ciudades, estados o naciones. En un gran número de ocasiones se han llevado a cabo, pero otras veces se quedaron por el camino y sin realizar.
Hoy en día, gracias al acceso a la información que nos facilita internet, podemos enterarnos de muchos de esos planes inacabados y que quedaron en el olvido, guardados en un cajón o colgados de la pared de alguna exposición en un pequeño y desconocido museo.
Varias han sido las entradas publicadas en ¡QUÉ HISTORIA! en las que os hemos contado alguno de esos megaproyectos que fueron finalmente rechazados a realizar.
En esta ocasión os traemos una historia sobre el ambicioso plan para ampliar la ciudad más famosa del mundo: Nueva York.
Como bien sabéis, la ciudad de NY está compuesta por los condados de Bronx, Brooklyn, Queens, Staten Island y Manhattan; siendo este último el más famoso y poblado de todos ellos. A inicios del siglo XX ya se preveía una superpoblación por lo que varios fueron los proyectos que comenzaron a llevarse a cabo para albergar a la cada vez mayor afluencia de nuevos habitantes, la mayoría provenientes de la inmigración europea.
De todos esos planes destacó el presentado por el doctor T. Kennard Thomson en 1916 y con el que llevaba trabajando desde un lustro atrás. Un proyecto que estuvo a punto de llevarse a cabo, aunque tras dos décadas de rediseñar y modificarlo no contó con los suficientes apoyos y se decidió darle carpetazo.
El Dr. Kennard proponía que Manhattan ganase terreno a través del East River, uniéndola físicamente con Long Island (Brooklyn y Queens) y así poder ganar ocho kilómetros de terreno ampliando la Gran Manzana hacia el sur, llegando hasta las proximidades de Staten Island y comunicándose con ésta a través de un túnel subacuático. De este modo se lograba situar a Wall Street (el distrito financiero de la ciudad) en el centro de Manhattan y más alejado de la costa.
En los planes también entraba la ampliación de las costas de New Jersey justo frente a la parte que se le añadiría de más al sur de la isla de Manhattan. En total se proyectó añadir una superficie de más de 130 kilómetros cuadrados, a los que se le añadirían otros 160 kilómetros cuadrados más de costa.
Muchos fueron los ingenieros y arquitectos de la época que apoyaban el proyecto, aunque según iban pasando los años Kennard iba modificando los planos y desechando partes del plan para intentar hacerlo todavía más viable; algo que consiguió un efecto contrario, perdiendo apoyos de profesionales que veían otras posibilidades más factibles para dar cabida a todo los nuevos residentes del cada vez más concurrido Manhattan, que por aquel entonces superaba los cinco millones de habitantes.
Dos décadas después poco quedaba del proyecto del doctor. T. Kennard Thomson, quien se aferraba a su idea modificándola una y otra vez para que no fuese descartada, pero la aparición hacia finales de los años 20 y principios de los 30 de míticos rascacielos a lo largo de toda la ciudad de Nueva York le dieron otro sentido a la capacidad de absorber los flujos de nuevos habitantes, dejando en el olvido este ambicioso plan.
Cabe destacar que, aunque los primeros rascacielos se construyeron hacia inicios del siglo XX, no fue hasta la década de los años 30 en la que aparecieron edificios tan emblemáticos, como el Empire State Building o el Edificio Chrysler, y se empezase a popularizar este tipo de edificaciones.
Fuentes de consulta: recuerdosdepandora / exploringoldnewyork / books.google