Los dos días más angustiosos en la vida de Frank Sinatra: cuando secuestraron a su hijo

El 8 de diciembre de 1963, cuando la sociedad estadounidense
todavía estaba convulsionada por el asesinato
del presidente John F. Kennedy
tan solo dos semanas atrás, saltó una noticia
que volvió a encoger el corazón de los ciudadanos: el hijo del idolatrado actor
y cantante Frank Sinatra había sido
secuestrado en el hotel de Las Vegas
donde estaba hospedado.

Frank Sinatra Jr,
que por aquel entonces tenía 19 años de edad y estaba haciendo sus primeros
pinitos en el mundo de la música, se alojaba en la habitación 447 del hotel Harrah’s Lake Tahoe en la ciudad
de los casinos del Estado de Nevada.

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A las nueve de la noche de aquel 8 de diciembre alguien
llamó a la puerta de su habitación indicando que debía entregarle un paquete. Tras
abrir, Frank Jr se encontró con tres hombres que accedieron al interior y lo maniataron,
saliendo del hotel por una puerta trasera que daba directamente a un automóvil
(Chevrolet
Impala) en el que lo introdujeron en el maletero.

El coche arrancó y se dirigió hasta un suburbio de Los
Ángeles donde escondieron al muchacho y los criminales se pusieron en contacto
con el padre. Tras ser informado de rapto de su hijo, Frank Sinatra (que en
aquellos momentos se encontraba rodando la película ‘Robin and 7 Hoods’, que en España fue estrenada con el título ‘Cuatro gángsters de Chicago’) se
trasladó hasta Las Vegas donde se inició una serie de contactos telefónicos con
los secuestradores.

El secuestro había sido planeado por tres hombres jóvenes llamados
Barry Keenan, Joe Amsler y John William
Irwin
(posteriormente se supo que Keenan había sido compañero de Nancy, la
hija mayor de Frank Sinatra).

Exigieron un rescate de 240.000 dólares que debía ser depositado,
dentro de un maletín, en una estación de servicio Texaco de Sepúlveda (al norte
de Los Ángeles y que desde 1990 se llama ‘North Hills’). El Frank Sinatra se
comprometió a pagar a los raptores un millón de dólares si liberan en aquel
mismo instante a su hijo, pero esto dijeron que con los 240.000 que habían
solicitado les bastaba. Hoy en día esa cantidad sería alrededor de dos
millones).

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Instaron al cantante a trasladarse junto a una cabina
telefónica que sería el punto en el que irían realizando las comunicaciones.

A raíz de esto ha surgido una historia (que hay quien señala
que se trata de una leyenda urbana) que indica que Frank Sinatra se quedó sin
monedas para poder llamar y que a partir de aquel momento siempre llevó en su
bolsillo diez centavos de dólar en monedas sueltas y que incluso fue enterrados
con ellas.

Tras un intenso intercambio de llamadas y una vez recibidas
las instrucciones, Sinatra metió el dinero exigido en el rescate dentro de un
maletín y fue un agente del FBI quien se encargó de depositarlo la mañana del
11 de diciembre entre dos autobuses escolares que se encontraban aparcados en
la estación de servicio Texaco.

Poco después, tras 54 horas secuestrado, Frank Sinatra Jr.
fue liberado. Aseguró no saber la identidad de sus secuestradores ni haber
visto el rostro de éstos (tan solo dijo haber escuchado la voz de uno de
ellos).

Al igual que pasó con las mencionadas monedas, alrededor del
secuestro surgieron un sinfín de leyendas urbanas y rumores. Por una parte se
dijo que había sido organizado por el propio joven para darse publicidad y así
lanzar su carrera como cantante (la cual estaba eclipsada, evidentemente, por
la de su padre). Sin embargo hubo quien incluso llegó a señalarlo como montaje
pero llevado a cabo por Frank Sinatra padre, quien en aquello momentos, a pesar
de ser una de las mayores estrellas, tenía algunos problemas con la justicia
debido a varios negocios que tenía en casinos de Las Vegas y que estaban
gestionados por la mafia.

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No se tardó en dar con los secuestradores quienes fueron
detenidos a las pocas horas. Las autoridades, a pesar de los continuos rumores
que corrían, no pudo encontrar ni una sola evidencia que relacionase la
organización del secuestro con Frank Sinatra, su hijo o alguien de su entorno.

A mediados de julio de 1964, se pudo comprobar que el rumor
que vinculaba a cualquiera de los Sinatra con el secuestro había sido un bulo
que había sido puesto en circulación por la abogada penalista Gladys Root, quien llevaba la defensa de uno de los
acusados (John William Irwin). Por tal motivo fue inhabilitada por los cargos
de perjurio, conspiración y obstrucción de la justicia.

Fuentes de consulta e
imágenes: fbi.gov
/ washingtonpost
/ History
/ gettyimages