Los curiosos monumentos funerarios encargados por el peculiar coronel Henry G. Wooldridge

El coronel Henry G. Wooldridge fue un veterano de la Guerra Civil
americana
que, en 1872, tras haber amasado una importante fortuna (como
comerciante de caballos), decidió invertir gran parte de su capital a crear un
lugar donde homenajear a sus seres más queridos que ya habían fallecido.

Fue a raíz de la pérdida de
la última de sus hermanas que quedaban con vida lo que hizo que se decidiera a
realizar tal homenaje. Wooldridge veía como la vida ya se le escapaba de las
manos, tras cumplir los 70 años de edad, y que poco era el tiempo que le
quedaba.

Adquirió una parcela, de cinco
por diez metros, en el cementerio local de Mayfield
(Kentucky) y dispuso todo para ser enterrado allí cuando llegase su hora.
Pero no quería realizar el viaje hacia el otro mundo en soledad, tal y como
había sido la gran parte de su vida, ya que había permanecido soltero, sino que quería hacerlo rodeado de sus familiares y seres más queridos representándolos
en estatuas que serían colocadas en aquel lugar.

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Encargó el trabajo a varios
escultores locales que a lo largo de los siguientes años esculpieron en piedra
caliza un total de 15 monumentos (en realidad 14 eran de esa piedra y una de mármol).

Ese conjunto de peculiares
estatuas representaban al propio Henry G. Wooldridge en dos ocasiones: una de
pie en un pedestal y otra sobre caballo. El resto de estatuas representaban a
su madre, sus tres hermanas y cuatro hermanos, dos sobrinas (de una de ellas, Minnie, corre la leyenda de que estaba profundamente
enamorado y con quien quiso contraer matrimonio pero que esta murió siendo una
adolescente). En el conjunto de obras fúnebres (además del caballo sobre el que
está montado Wooldridge) también aparecen otros animales: dos perros y
un zorro.

Todos estos monumentos
representaban seres a quienes había querido en vida el viejo coronel y que ya
habían fallecido, pero destaca la no presencia del padre de éste, ya que los
abandonó cuando todavía eran pequeños.

Es curioso apreciar que tanto
los monumentos que representan a sus hermanos, hermanas, madre y sobrinas,
tienen la misma cara (unas en femenino y otros masculinas con bigote, evidentemente). Ello es
debido a que los escultores a quienes encargó la realización de las estatuas no
tenían ninguna referencia visual de esos familiares de Wooldridge (no tenía fotografías) y tomaron
como modelo las facciones del propio coronel.

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El coronel Henry G.
Wooldridge falleció en 1899 a los 77 años de edad y es el único que está enterrado
en aquel lugar. El monumento funerario es conocido como La extraña procesión que nunca se mueve’.

Aunque él se mantuvo soltero
durante toda su vida y no dejó descendencia, sí que la hubo por parte de sus
hermanos y hermanas y en 2012, un siglo y cuarto después de haber fallecido Wooldridge,
se reunieron frente aquel monumento fúnebre alrededor de una sesentena de esos descendientes.

Un monumento fúnebre que se
ha convertido en una de las atracciones turísticas del cementerio de Mayfield y
que es visitado anualmente por miles de curiosos que por allí pasan, además de
salir en reportajes de televisión, en alguna que otra película y estar recomendado en
las guías turísticas.

Las estatuas actualmente se encuentran
en un buen estado de conservación después de ser restauradas tras sufrir
graves daños el 27 de enero de 2009, día en el que cayó una fuerte y violenta
tormenta de piedra que tiró un árbol de grandes dimensiones sobre el conjunto
fúnebre.

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