Los alemanes recluidos, en la IGM, en un campo de internamiento de EEUU que lo convirtieron en un lugar de ensueño

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Cualquier
conflicto militar ocasiona una serie de dramáticas consecuencias que afectan a
numerosísimas personas (directa o indirectamente). Este es el caso de un
numeroso grupo de pasajeros y tripulantes alemanes que habían viajado en un
buque de lujo hasta Estados Unidos a finales del mes de junio de 1914.

Todo
comenzó con el asesinato del heredero de la corona del imperio austrohúngaro, el
archiduque Francisco Fernando de Austria, a manos del
nacionalista serbo-bosnio Gavrilo Prinzip el
28 de junio de 1914. Este magnicidio está considerado como el inicio de la Primera
Guerra Mundial.

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Primera Guerra Mundial
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El
estallido del conflicto militar les pilló a miles de kilómetros de sus hogares
a bordo del al lujoso buque germano SS Vaterland (en
aquel momento el transatlántico más grande del mundo y orgullo del Imperio
Alemán) en su cuarto viaje -desde su inauguración en abril de aquel mismo año-
hacia Nueva York. Las autoridades alemanas no les permitieron volver a sus
hogares y las norteamericanas poder marcharse, motivo por el que estuvieron
tres años viviendo en el transatlántico (que estaba atracado el puerto de Hoboken en
New Jersey).

Al no
tratarse de personal militar y la mayoría de ellos ser de alto poder
adquisitivo, no se convirtieron en un estorbo para las autoridades
estadounidenses, quienes permitían que otros compatriotas alemanes que residían
en suelo americano fueran a visitarlos e incluso montar fabulosas fiestas.

Aunque en
aquellos momentos EEUU no tomaba parte del conflicto, a los ciudadanos del
Imperio Alemán no se les podía considerar como enemigos, pero desde el Reino
Unido se presionaba al presidente Woodrow Wilson para
que entrara en el conflicto. Para contentar a los británicos, mantuvo retenidos
a los alemanes.

Fue en
abril de 1917, cuando EEUU declaró la guerra al Imperio Alemán cuando se tuvo
que buscar algún tipo de solución para aquel numeroso grupo de germanos que
tenían retenidos en New Jersey (superaban los dos mil).

En un
principio se les trasladó a la Isla de Ellis, la
cual convirtieron en un lugar de reclusión para aquellos extranjeros a los que
consideraban enemigos. Pero aquel grupo de alemanes distaba mucho de poder ser
considerados como un potencial peligro para los interese estadounidenses (un
gran número de ellos eran hombres de negocios que habían viajado hasta Nueva
York para cerrar tratos comerciales).

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de concentración
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Así que poco
después se decidió que la Isla de Ellis tampoco era un lugar adecuado para
tenerlos en confinamiento y se pensó en otro lugar donde podrían estar mucho
mejor: el
Hotel Mountain Park de Hot Springs, un tranquilo lugar en Carolina
del Norte que podría darles cabida.

A los
oficiales del SS Vaterland, así como a los pasajeros de primera clase se les
facilitó alojamiento en el hotel y el resto de tripulación y pasajeros de
clases inferiores tuvieron que construir barracones para ser alojados.

Pero los
tres años de convivencia en el transatlántico había hecho que existiera una
estrecha camaradería entre todos ellos, motivo por el que en lugar de construir
barracones en las 200 hectáreas de terreno lo que levantarían sería un pequeño
pueblo con casas, comercios, sala de fiestas e incluso una iglesia.

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Así fue
como en poquísimos meses y trabajando codo con codo el pintoresco grupo de
alemanes que convivían en ese peculiar campo de internamiento lo convirtieron
en un apacible e idílico lugar de ensueño, tal y como se puede comprobar en el
material fotográfico que acompaña a este post y que están disponibles en la web
del Museo
de Historia de Carolina del Norte
.

Durante los
siguientes meses aquel fue el lugar de residencia de ese extenso grupo de
alemanes, a los que curiosamente se les unió una treintena de mujeres junto con
sus hijos que habían viajado desde Alemania para vivir junto a sus esposos en
familia.

Pero tal y
como se acercaba el fin de la guerra, para EEUU todo lo relacionado con
Alemania se había convertido en algo incómodo y debían ser tratados como
enemigos y no como si fueran unos campistas en un centro de ocio. Esto motivó
que se decidiera el traslado de todas aquellas personas al campo de prisioneros Fort
Oglethorpe, en Georgia y reconvertir el Hotel Mountain Park de
Hot Springs en un hospital donde enviar y tratar a los heridos de guerra.

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1.600
alemanes fueron enviados a Fort Oglethorpe, en resto quedaron como prisioneros
en un campo de trabajo cercano a Hot Springs y un significativo número cayó
enfermo a causa de un brote de fiebre tifoidea.

Así fue
como terminó este idílico lugar del que tan solo quedan las fotografías (fue
desmantelado tras la guerra). La mayoría de germanos, en vista de lo sucedido
al final de su estancia, decidieron volver a su país de origen.

Sobre lo
que ocurrió con el transatlántico SS Vaterland es otra curiosa historia que os
explicaré, más detalladamente, en otro post próximamente.

Fuentes de consulta e imágenes: ncmuseumofhistory / mashable / newsobserver / Library of Congress / ncpostalhistory (pdf) / visitmadisoncounty

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