La secta de metafísicos que pretendió convertir a un bebé en el primer ser humano inmortal

Conseguir la inmortalidad
ha sido uno de los objetivos por el que más tiempo, recursos y vidas se ha
invertido a lo largo de la Historia por innumerables individuos y colectivos. Ya
fuese desde la propia ciencia, pasando por todo tipo de sectas religiosas o
pseudocientíficas, se ha intentado encontrar la forma en la que combatir el
paso del tiempo y vivir eternamente.

A mediados de la década de 1920, en Estados Unidos se fundó
una extraña secta llamada ‘Real Fraternidad de Maestros Metafísicos’ (Royal
Fraternity of Master Metaphysicians) y al frente de la cual se encontraba James_Bernard_Schafer, un peculiar
personaje que, con su don de gentes supo convencer a un gran número de adinerados
individuos a unirse a su culto, seguir su (estrambótica) filosofía y, sobre
todo, a financiarlo.

Schafer, que por aquella época tenía poco menos de 30 años
de edad, había cursado estudios superiores en la escuela de medicina de la
Universidad de Michigan y antes de fundar su polémica fraternidad había
pertenecido a otros grupos y asociaciones (entre ellos el ‘Ku
Klux Klan’
).

Aquellos fueron unos años en los que la grave crisis
económica (tras el crack del 29) produjo una gran insatisfacción entre
numerosísimas personas que intentaban buscar respuestas a sus preguntas
existenciales, acercándose a sectas como
la liderada por Schafer en la que, según él, la verdad e inmortalidad se
encontraban en la filosofía y la
metafísica
.

Intelectuales y un nutrido grupo de personas provenientes del
mundo del arte y el espectáculo se unieron a la ‘Real Fraternidad de Maestros
Metafísicos’, importantes sumas de dinero con el que se sufragaban los gastos,
entre ellos el pago  de la compra de la
enorme y lujosa ‘mansión Vanderbilt’
ubicada en Oakdale (Long Island) y que se convirtió en la sede social de la secta y al que se trasladaron a residir la
mayoría de los integrantes de la misma, siendo este edificio (de algo más de
seis mil metros cuadrados) en el lugar de retiro espiritual de todos ellos.

Pero la ‘Peace Haven’
(nombre con el que bautizaron a la mansión) también fue el escenario, a partir
de noviembre de 1939, de uno de los más surrealistas experimentos llevados a
cabo jamás: el convertir a un bebé de
pocos meses de vida en el primer ser humano en alcanzar la inmortalidad
.

Para ello consiguieron convencer a Catherine Gauntt para que les cediera a su pequeña Jean, de tres meses de edad, a cambio
de una compensación económica. La madre de la niña trabajaba como camarera y su
salario era insuficiente para poder mantener a su hija, por lo que aceptó el
acuerdo con James Bernard Schafer, quien le aseguró que a partir de aquel
momento ‘Baby Jean’ (modo con el que
la llamaron) disfrutaría de una vida plena de mimos y cuidados.

El gran maestre de
los metafísicos
(Schafer) indicó que podrían lograr convertir en inmortal a
la pequeña si la aislaban de la sociedad, la sometían a una estricta dieta
vegetariana y, desde la infancia, desconocía palabras como ‘enfermedad’, ‘muerte’

En la mansión Peace Haven se habilitó una gran habitación en
el que viviría Baby Jeny con todo tipo de cuidados por parte de profesionales
en puericultura que estarían noche y día pendientes de ella. Sería una niña
feliz que, al desconocer términos y sentimientos negativos como ‘pena’ o ‘dolor’, viviría feliz y ajena al sufrimiento ajeno, consiguiendo convertirse
en inmortal.

Pero el experimento tan solo se llevó a cabo a lo largo de
un año y en diciembre de 1940 James Bernard Schafer devolvía a la pequeña Baby Jean
Gauntt a su madre, tras la denuncia que ésta había interpuesto al
no haber cobrado la cantidad de dinero estipulado cuando cedió a la niña para
su cuidado a la Real Fraternidad de Maestros Metafísicos.

La denuncia propició que las autoridades investigaran a los
miembros de la secta y sus finanzas, descubriéndose una gran cantidad de irregularidades fiscales y compras fraudulentas
de inmuebles
que llevaron al banquillo al líder de la Real Fraternidad de Maestros Metafísicos, quien fue
juzgado y encontrado culpable, teniendo que cumplir una condena de cinco años en
la prisión de Sing Sing.

Poco se supo de la posterior vida de Jean Gauntt. Se sabe que se creció junto a su
madre y vivió de forma totalmente anónima el resto de su vida. Por su parte, James
Bernard Schafer se suicidó junto a su esposa en 1955.

Fuentes de
consulta e imagen: hoaxes / cdm16694 / knowledgenuts / newspapers / Time / theoddmentemporium
/ newyorker
/ fechter

Más historias que te pueden interesar: