La operación que asestó un duro golpe al Cartel de Medellín y a uno de los mayores bancos blanqueadores de dinero

A mediados de la década de 1980 el narcotráfico se había convertido en una de las mayores
preocupaciones de prácticamente todos los gobiernos. Las mafias de la droga campaban por todo el planeta siendo el Cartel de Medellín una de las mayores
organizaciones que controlaba el tráfico de estupefacientes, liderado por el
todopoderoso Pablo Escobar.

Proveniente de la droga, miles de millones eran los que
generaba ese negocio y se movían de un lado al otro sin poder ser detectado ni
intervenido. El ‘Zar de la cocaína’
(como era conocido Escobar), llegó a amasar tal fortuna que se calcula que llegó a ser el séptimo hombre más rico del
mundo en aquellos momentos
.

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Para blanquear todo ese dinero proveniente del narcotráfico
se crearon una serie de sociedades y se utilizó alguna que otra entidad
bancaria, entre ellas el Banco de
Crédito y Comercio Internacional (BCCI)
. Un banco que en poco más de una
década de vida se había posicionado como uno de los mayores del planeta, con
más de 400 oficinas repartidas por 78 países.

En 1986, y a lo largo de dos años, el gobierno de los
Estados Unidos (presidido en aquellos momentos por Ronald Reagan) puso en
marcha una operación para desmantelar aquel ilegal tráfico económico que movía
anualmente alrededor de dos trillones de dólares.

Al frente de la operación se encontraba Robert Mazur, un agente especial de la Agencia de Aduanas de los EEUU
quien durante dos largos años tuvo que meterse en la piel de ‘Bob Musella’, un alter ego que creó en
el que encarnaba a un empresario experto en realizar transacciones económicas
como intermediario, traspasando dinero de unas cuentas a otras y sin dejar
rastro.

A través de su personaje de
Bob Musella, el agente se fue ganando la confianza de los narcotraficantes, por
un lado, y de los representantes del BCCI
en Florida, por el otro, para acabar confluyendo los negocios con ambos.

Fue duro ir consiguiendo
datos que los incriminase, pero mucho más le costó ganarse la confianza de los
señores de la droga. Empezó desde abajo, entablando amistad con pequeños
traficantes que le iban presentando a capos que estaban en una capa superior en
el escalafón del Cartel.

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Su vida peligró en varios
momentos y estuvo de ser descubierto en un buen número de ocasiones, pero su
pericia y la buena suerte se aliaron para que saliera bien parado una vez tras
otra.

Mazur fue tan hábil encarnando
a Bob Musella que no faltaba ni un solo detalle (evidentemente contando con el
presupuesto del erario de los EEUU): carísimos trajes de Armani, imponentes
oficinas donde se reunía con sus clientes, lujosos coches (Mercedes, Rolls-Royce…),
exclusivísimos restaurantes donde los llevaba a cenar y comer o clubes selectos
donde divertirse.

Llegó a tener trato directo
con los máximos dirigentes de la entidad bancaria en Estados Unidos y reunir
suficiente documentación (junto a centenares de horas de grabaciones) que a la
cúpula del BCCI. Pero ese era solo un paso para llegar al objetivo: los capos
máximos del Cartel de Medellín.

Y aunque no logro llegar a
estar en contacto directo con Pablo Escobar, si que entabló una estrecha
relación con sus hombres de confianza y así recopilar las pruebas que
necesitaban para apresarlos.

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Más de dos años metido en la
piel de un personaje que era totalmente opuesto al agente Robert Mazur, un
hogareño agente, casado y padre de dos hijos, que disfrutaba de su familia (los
pocos ratos que podía pasar con ellos) echando partidas a juegos de mesa o
saliendo de excursión. Por el contrario, Bob Musella representaba ser un tipo
sin escrúpulos.

El modo de apresar a todos
ellos (tanto a los representantes del narcotráfico como a los banqueros) fue
una de las operaciones más ingeniosas que, hasta la fecha, había puesto en
marcha los servicios de seguridad y la inteligencia estadounidense.

A mediados de 1988 simularon
el enlace matrimonial de Bob Musella y su encantadora prometida, montando una
boda por todo lo alto en el exclusivo resort Innisbrook en Tampa Bay (Florida)
en el que acudieron un gran número de los capos de la droga y representantes
del BCCI con los que tuvo contacto e incluso entabló amistad.

Pero más de la mitad de los
invitados de aquella boda eran agentes camuflados que, tras la oportuna señal,
redujeron y detuvieron a casi un centenar de criminales relacionados con el narcotráfico
(sobre todo del Cartel de Medellín) y del blanqueo de dinero del Banco
de Crédito y Comercio Internacional.

Ese fue el principio del fin de esas dos instituciones mafiosas.
Las redadas y detenciones de miembros del Cartel se sucedieron a lo largo de
los siguientes años y el BCCI quebró en julio de 1991.

Fuentes de consulta e imagen: washingtonmonthly
/ elperiodico
/ nytimes
/ bbc / Wikimedia
commons

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