La falsa enfermera que robó y estafó a sus pacientes durante la pandemia de gripe de 1918

La devastadora pandemia
de gripe de 1918
(conocida como ‘Gripe española’, aunque nada tenía que
ver con este país
) coincidió en el tiempo con la Primera Guerra Mundial, algo que provocó que la mayoría de personal
sanitario estuviese en aquellos momentos en los hospitales de campaña
atendiendo a los heridos del conflicto bélico.

Aquellos profesionales que no se encontraban involucrados en
la guerra quedaron desbordados de trabajo, al no tener los hospitales suficiente
personal para atender a los afectados por la gripe.

Por tal motivo varias fueron las decisiones que se tomaron
en un gran número de poblaciones, entre ellas el enviar a los infectados menos
graves a sus casas, donde serían cuidados y curados por personal externo y por
otra parte el instar a todo aquella persona que tuviera algún conocimiento
médico a prestar sus servicios (ya fuesen estudiantes de medicina o enfermería,
médicos jubilados e incluso amas de casa que habían sido enfermeras antes de
casarse).

Este personal de refuerzo sería el encargado de acudir a los
hogares de los enfermos para realizar los correspondientes seguimientos y hacerles
las curas, con el fin de no colapsar los hospitales y establecimientos
sanitarios.

Muchísimas fueron las personas que, voluntariamente, se
presentaron a este requerimiento dándose la circunstancia de que algunos de
esos voluntarios realmente nada tenían que ver con el mundo sanitario.

Entre los innumerables casos de personas que falsamente simularon
ser profesionales sanitarios está la historia protagonizada por Julia Lyons en Chicago, una joven delincuente, de 23 años de edad,
que se aprovechó de aquella excepcional situación para hacerse pasar por enfermera.

A pesar de su juventud, Julia Lyons tenía tras de si un largo historial delictivo, entre los
que se encontraban el hurto, estafa y la bigamia; se había casado varias veces
con soldados, con el fin de recibir la pensión de viudedad de estos en caso de
que fallecieran en la guerra, siendo los nombres usados por ella los de Marie
Walker, Ruth Hicks o HJ Behrens (entre otros muchos).

La excepcionalidad del estado de emergencia sanitaria
provocó que desde el organismo correspondiente no se comprobaran las credenciales presentadas por la joven Julia,
asignándole como enfermera el cuidado domiciliario de varios pacientes.

Durante varios meses la joven visitó a los enfermos de
gripe, les realizó curas y se encargó de ir a comprar a la farmacia los
medicamentos que recetaba el doctor que los visitaba. Uno de esos médicos a domicilio estaba compinchado con
la falsa enfermera
, recetando una serie de medicamentos por los que les
sacaban a los pacientes (o sus familiares) un precio muchísimo más alto del
coste real.

Julia Lyons aprovechaba aquellas visitas domiciliarias para
ganarse la confianza de sus pacientes y familiares y robar de la casa pequeños
objetos de valor (relojes, joyas e incluso dinero en metálico).

Varias fueron las denuncias que la policía de Chicago empezó
a recibir por parte de personas que aseguraban haber sido robadas o estafadas
por la enfermera que había ido a su domicilio a atenderles mientras estaban
convalecientes por la pandemia de gripe. Pero los nombres de la delincuente
aportados por los denunciantes eran diferentes, pero todos ellos coincidían en
la descripción de la falsa enfermera.

Tras varias semanas de investigación y búsqueda, finalmente
se dio con el paradero de Julia Lyons, fue detenida y puesta a disposición
judicial. El juez le impuso una fianza de 13.000 dólares (al cambio de hoy
superarían los doscientos mil) y mientras era devuelta a la cárcel logró huir.

Parece ser que la huida la realizó con la ayuda del agente John Hickey, un alguacil que la custodiaba que
en lugar de trasladarla en un vehículo oficial utilizó el tranvía, aprovechando
Julia Lyons para bajarse rápidamente en una de las paradas y subirse en un coche
que la estaba esperando.

Varias semanas después (en marzo de 1919) la policía pudo
localizarla y detenerla de nuevo. A sus anteriores delitos se sumaban nuevos, como
el haberse casado otra vez más (se le adjudicaron veinte delitos de bigamia), además de los robos y estafa haciéndose pasar por enfermera. Fue condenada a 10 años
de cárcel, no conociéndose que fue de ella una vez cumplida la pena y puesta en
libertad.

Fuentes de
consulta e imágenes: washingtonpost / newsbreak / University
of Michigan
/ Library
of Congress

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