La curiosa hipótesis sobre las mujeres que elaboraban cerveza que acabaron siendo acusadas y perseguidas por brujas

Muchas son las evidencias arqueológicas que señalan la existencia de la cerveza hace alrededor de
seis mil años
(sobre el 4000 a.C.) en la cultura sumeria (Mesopotamia) y
que a lo largo de la historia ha sido una de las bebidas más consumidas y
elaboradas por la humanidad a lo largo y ancho del planeta, por todo tipo de civilizaciones.

En una época en la que la figura masculina estaba vinculada
a la caza, agricultura y a proveer sus hogares y familias de sustento
alimentario, el de la mujer se centró en el cuidado de los hijos y la casa,
siendo una de las labores del hogar el preparar la comida y, como no, también
la bebida que degustaría el patriarca. De ahí que muchas esposas se especializaran en la fermentación y elaboración de
cerveza
, inicialmente para consumo
familiar
y que con el paso de los siglos acabó convirtiéndose en una profesión con la que, aquellas amas de
casa, empezaron a llevar un sobresueldo a sus hogares.

Por tal motivo no es de extrañar que, durante la Edad Media,
la tradición cervecera estuviese muy
extendida
y muchísimas las personas que se dedicaban a su elaboración y
comercialización, siendo mujeres un gran número de ellas.

De ser un trabajo casero que consistía en preparar la bebida
que sería degustada por los esposos u hombres de la familia, la elaboración de la cerveza por parte de
mujeres
acabó convirtiéndose en una nueva profesión, conocida en el mundo
anglosajón como ‘alewife’ (literalmente
‘esposa de la cerveza’ y traducido
como ‘cervecera’ o ‘mujer que tiene una taberna’, siendo
un término del que existe constancia de su uso desde finales del siglo XIV),
que ya no solo ejercerían las esposas en su entorno hogareño sino también
mujeres solteras y de cualquier edad que vieron en la elaboración artesanal cervecera un lucrativo negocio para ganarse
la vida.

Así es como numerosas fueron quienes decidieron hacer
cerveza en sus casas para después venderla a las tabernas y, sobre todo, en los
mercados semanales, en los que se aglutinaba muchísimas personas y era una
excelente ocasión para hacer negocio.

La elaboración de la cerveza por parte de las ‘alewives’ llevaba asociado una serie
de cosas que, con el paso del tiempo, y tras la conveniente tergiversación, acabó
convirtiéndose en la iconografía que representaba a las mujeres acusadas de brujería.

Por ejemplo, mezclaban todos los productos para la
fermentación y posterior consecución de la cerveza en grandes calderos que debían ir removiendo. Con el fin de que no
hubiese ratones o cualquier tipo de roedor en sus hogares, que acabasen
comiéndose el grano de cereal utilizado para elaborar la bebida, las alewives disponían de algún gato.
También comenzaron a usar unos grandes, altos
y puntiagudos sombreros
los cuales llevaban puestos en los mercados en los
que iban a vender la cerveza, con el fin de poder destacar entre todas las
personas que allí se reunían y ser vistas desde lejos. Pero también vendían desde
su propia casa, colgando una escoba o
rama de una planta en el exterior de sus hogares
, para que supieran los
clientes que allí se despachaba cerveza.

Pero, según indican algunos historiadores, llegó un momento
en el muchos hombres que también se dedicaban profesionalmente a la elaboración
artesanal de cerveza, vieron amenazados sus negocios y forma de ganarse la
vida, ya que la elaborada y vendida por las mujeres empezó a adquirir una gran
fama.

Por tal motivo comenzó a surgir numerosos rumores sobre
prácticas oscuras de las alewives, señalándolas
como brujas
(de ahí que la iconografía del caldero, el sombrero puntiagudo,
la escoba y los gatos negros acabasen vinculados a esta figura).

Muchas de las cervecerías artesanales gestionada por hombres
se encontraban en monasterios o edificios religiosos, siendo monjes quienes la
elaboraban y aprovechándose de su posición dentro del estamento eclesiástico
para denunciar y señalar como brujas a las mujeres dedicadas a realizar y
comercializar la misma bebida que ellos.

Cada vez son más los expertos que apuntan a que la persecución o caza de brujas que realizó la
Iglesia
(a través de la Santa Inquisición) fue debido, en mayor medida, a
las acusaciones que recibían algunas mujeres que se dedicaban realmente a
elaborar cerveza y no a hacer maleficios o conjuros, tal y como se ha querido
hacer creer durante gran parte de la historia.

Evidentemente, también
hay algunas voces discordantes con esta hipótesis
que relaciona a la
alewife cervecera con la figura clásica de la bruja y apuntan a una
tergiversación de la historia con el fin de blanquear la imagen de aquellas
mujeres acusadas de brujería varios siglos atrás.

Fuentes de
consulta e imagen: smithsonianmag / bigthink / brewhoppin / Wikimedia
commons (I)
/ Wikimedia
commons (II)

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