El secuestro de su propia hija que conmociono a la Francia de inicios del siglo XX

En 1901 los diarios franceses se hacían eco de una
escalofriante noticia en la que relataban el cautiverio que había sufrido Blanche Monnier, perteneciente a una
ilustre y adinerada familia que residía en la localidad francesa de Poitiers. Había sido encerrada por su propia madre y pasó en unas condiciones infrahumanas los últimos 25
años.

Esa misma edad era la que tenía la joven Blanche cuando, en 1874,
hizo conocer a su progenitora su decisión de contraer matrimonio con Gilles Lomet, un humilde maestro
(algunas fuentes indican que era un abogado arruinado) y cuya familia era
conocida por ser fervientes defensores republicanos, mientras que los Monnier
siempre habían destacado por sus ideales conservadores y su apoyo a la
monarquía.

La madre de Blanche (llamada Louise y que había enviudado
hacía un par de años) prohibió tal matrimonio y ante la negativa de su hija
decidió encerrarla en una habitación de
la segunda planta en el caserón en el que residían
.

Allí permaneció encerrada Blanche Monnier a lo largo de un
cuarto de siglo. Era un pequeño habitáculo, sin apenas luz y como único mueble
un camastro en el que había un colchón de paja.

La señora Louise Monnier
siguió llevando su vida, llena de compromisos sociales y asistiendo a actos
sociales que organizaba la burguesía francesa. Destacaba por su generosidad a
la hora de hacer importantes y cuantiosas donaciones económicas para los más
desfavorecidos, algo que le reportar ser galardonada por el Comité de Buenas
Obras.

Mientras tanto, su hija Blanche permanecía encerrada, sucia
y desnutrida en un infesto cuartucho.

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En la casa también residía Marcel, hermano de Blanche y que
según consta tenía algún tipo de discapacidad mental. Algunas fuentes indican
que podría haber sido él quien en mayo de 1901 escribió la carta anónima al
Fiscal General de París dándoles a conocer la lamentable situación en la que se
encontraba Blanche (que en aquellos momentos ya contaba con 49 años de edad) y
cómo había permanecido encerrada en una habitación de la casa familiar Monnier
tras haber sido secuestrada por su propia madre veinticinco años atrás.

En un principio desde la fiscalía no se quiso hacer
demasiado caso a dicho anónimo y menos con las referencias que se hacía a una
de las más ilustres familias de Poitiers, pero finalmente la curiosidad los
llevó a personarse en el caserón e intentar averiguar si había algo de cierto
en lo que el mensaje indicaba o se trataba de una simple broma.

En la visita que efectuó la policía todo parecía de lo más
normal y al ser preguntada la señora Louise Monnier por el paradero de su hija,
ésta indicó que se fugó de casa un cuarto de siglo atrás con un joven del que
se había enamorado y que nada más supieron de ella.

Las palabras de la anciana parecían creíbles y en la
vivienda nada hacía sospechar que allí se encontraba encerrada Blanche. Pero un
pequeño detalle llamó la atención de un gendarme que hasta allí se había
trasladado a inspeccionar: la puerta de una habitación de la segunda planta estaba
cerrada con un candado.

Mandó abrir dicho cerrojo y cuando accedieron al habitáculo
se encontraron con una estremecedora escena: sobre un sucio e infesto camastro
se encontraba una mujer extremadamente delgada (apenas 25 kilos de peso),
vestida con harapos y cubierta de suciedad, heces, vómitos y con una larga
cabellera.

Efectivamente era Blanche Monnier, quien había sido
secuestrada y encerrada por su propia madre, la distinguida señora Louise Monnier
veinticinco años atrás, teniéndola allí viviendo en unas condiciones
infrahumanas.

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Louise Monnier y su hijo Marcel fueron detenidos. El hermano
de Blanche fue condenado por un tribunal acusado de no haber auxiliado a su
hermana, pero, poco tiempo después y tras una apelación de su abogado, fue
puesto en libertad debido a que un tribunal médico dictaminó que, debido a su
discapacidad mental, no era consciente ni responsable del deplorable acto
realizado por su progenitora.

Por su parte, la señora Monnier falleció en prisión tan solo
dos semanas después de ser arrestada, sin poder ser juzgada ni castigada por el
crimen cometido contra su propia hija.

Las facultades físicas y mentales de Blanche Monnier estaban
totalmente mermadas y tras un exhaustivo examen médico en un hospital tuvo que
ser ingresada en una institución psiquiátrica, en la que falleció doce años
después, el 13 de octubre de 1913, a los 64 años de edad.

Fuentes de consulta e imagen: cavemancircus /
elconfidencial
/ viralnova / allthatsinteresting
/ Wikimedia
commons

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