El peluquero que puso de moda entre las damas del siglo XVIII los extravagantes peinados de ‘alto copete’

El ‘Royal Meeting’ es una de las carreras de caballos más importantes del planeta y que se celebra
anualmente en el mes de junio en el hipódromo
de Ascot
(al este de Londres, Inglaterra), siendo una de sus peculiaridades
el reunir en este evento a lo más selecto de la aristocracia y personalidades
del papel cuché y pudiéndose observar en el mismo los más llamativos y extravagantes sombreros que son exhibidos por las glamurosas
damas que allí asisten, con lo que compiten entre ellas para ver quien logra centrar
un mayor número de miradas y comentarios, siendo la exhibición de tocados
femeninos la que realmente se lleva todos los focos de atención durante aquella
jornada, dejando en un segundo término la prueba hípica.

Esta rivalidad entre celebridades, por ser la más admirada al
portar algo llamativo sobre sus cabezas, no solo ocurre en las carreras de
Ascot sino que muchos son los eventos en los que se producen rivalidades por
lucir ciertos tipos de vestidos, calzado e incluso peinados.

Y fueron precisamente los peinados estrafalarios los que, tres siglos atrás, consiguieron
convertir la profesión de peluquero en una de las más valoradas y mejor
retribuidas en la corte francesa del siglo XVIII.

Jeanne-Antoinette
Poisson
, célebremente conocida como ‘Madame
de Pompadour’
, fue una de las muchísimas amantes del rey Luis XV de Francia (una de las preferidas y más
famosas) y asistente asidua a las mejores recepciones y fiestas que se
celebraron en París. Fue una mujer que no quería pasar desapercibida y allá donde
iba realizaba unas pomposas entradas, convirtiéndose en el centro de todas las miradas
y cotilleos.

Entre sus excentricidades estuvo la de lucir un peinado que consistía
en elevar hacia arriba el cabello (en forma de gran tupé de algo más de un
palmo de alto) y al que añadía alguna llamativa ornamentación. Este tocado pasó
a la historia con el nombre de ‘coiffure
Pompadour’
y durante mucho tiempo ha sido realizado a numerosísimas
mujeres.

Pero quien consiguió llevarse una extraordinaria fama en la
corte francesa de la segunda mitad del siglo XVIII fue Léonard Autié, un
revolucionario peluquero que se convirtió en el estilista personal de las damas
más importantes de la época.

Nacido en 1751 en Pamiers (suroeste de Francia), a los 18
años de edad se trasladó hasta París, donde se colocó a trabajar como peluquero
(oficio que había aprendido durante su adolescencia en Burdeos) convirtiéndose en
el encargado de arreglar el pelo de Julie
Niébert
, una de las actrices más importantes de la época y a quien realizaba
unos peinados que eran elogiados por el público asistente a las funciones
teatrales.

Fue tal la fama que adquirió Léonard Autié que, en poco
tiempo, estaba peinando a importantes damas de la alta sociedad (entre ellas Jeanne Bécu, conocida como ‘Madame du Barry’, otra de las
múltiples amantes de Luis XV).

Muchas eran las mujeres que pedían al peluquero que les realizara
un peinado como el que había lucido Madame
de Pompadour
(ya fallecida por aquella época a causa de una neumonía), por
lo que Autié decidió dejar volar su imaginación sobre el cabello de aquellas
damas y les realizaba unos tocados cada vez más llamativos (al mismo tiempo que
les iba metiendo altura, mediante postizos y ornamentos).

En 1772 Léonard Autié conoció a la jovencísima María Antonieta (de 17 años de edad),
hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Francisco I, y esposa
del heredero al trono de Francia (Delfín) el futuro Luis XVI, nombrado rey dos años después.

Convertirse en el estilista personal de María Antonieta
provocó que Autié obtuviese una monumental fama como peluquero y numerosos los
encargos que le realizaban las más importantes damas de la corte, aunque su
principal clienta fue la más célebre e influyente de todas.

Tras convertirse en reina consorte, María Antonieta ayudó al
peluquero a crear una de las publicaciones sobre moda y peinados más importante
y famosa de la época ‘Journal des Dames’,
en la que el estilista daba ideas sobre innovadores peinados y vestuario que
hicieron las delicias de las damas de la alta sociedad, no solo francesa sino
de todas las cortes europeas.

Pero uno de los momentos cumbres en la carrera como peluquero
de Léonard Autié fue cuando la reina (María Antonieta) empezó a pedirle que le
hiciera los peinados más llamativos y
estrafalarios que se le ocurriera.

En cada evento al que asistía la reina consorte (o era
organizado por ella) lucía un peinado diferente y éste iba ganando en altura.
El motivo era que María Antonieta quería ser quien luciera el tocado de mayor
altura.

Muchas eran las damas de la aristocracia que intentaban
imitarla, ordenando a sus peluqueros que copiaran aquellos ‘copetes’ (denominación en castellano de ese tipo de peinados que
iban hacia arriba, como la copa de una montaña), pero la reina quería ser única
y de ahí que le pidiera a Léonard Autié un nuevo peinado más alto y
extravagante que la vez anterior.

Era tal la altura que alcanzaban aquellos peinados de María
Antonieta que incluso el peluquero debía subirse a una escalera para poder realizarlos.
Pero no solo él tuvo dificultades debido a la elevación de los tocados, también
la reina los padeció, teniendo que ir, en más de una ocasión, sentada de
rodillas en el suelo del carruaje que la trasladaba a algún evento, debido a
que el peinado chocaba con la capota. Este fue también el motivo por el que a
los palcos de los teatros y la ópera de París se les subió el techo.

La moda de realizarse
aquellos peinados se convirtió en un imprescindible elemento para medir la importancia
y posición social de cada dama que lo lucía: cuanto más alto era el copete más
importante e influencia tenía esta, traspasando fronteras hacia otras
cortes europeas (entre ellas la española) y dando origen a que se utilizará la
expresión ‘ser de alto copete’ para señalar
que alguien era muy importante o algo tenía mucha categoría (por ejemplo, un
evento).

Fuente de la imagen: Wikimedia
commons

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