El multimillonario y fallido plan de la CIA para recuperar un submarino soviético hundido en el Pacífico Norte

En los últimos días muchas son las noticias y suposiciones que
corren por la red sobre cuál puede haber sido el desenlace del submarino de la
Armada Argentina ‘ARA San Juan (S-42)’
que el pasado miércoles 15 de noviembre (de 2017) dejó de transmitir comunicaciones
cuando se encontraba a 430 km de la costa en el Golfo de San Jorge, en el
Atlántico Sur.

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Esta noticia ha hecho que muchos sean los medios que hayan
tirado de hemeroteca o libros de Historia para encontrar otras curiosas desapariciones
o hundimientos de submarinos. Evidentemente, a lo largo del siglo XX muchísimos
han sido los casos –sobre todo durante la Segunda
Guerra Mundial
-, pero en esta ocasión quiero traer a este blog ‘Cuaderno de Historias’ el relato de
uno que aconteció en plena Guerra Fría.

Ocurrió el 8 de marzo de
1968 en el Pacífico Norte.
Ese día el submarino de la Armada
Soviética ‘K-129’
naufragó cuando se encontraba realizando una patrulla de
reconocimiento de aquella parte del océano, mientras iba armado con varios misiles
balísticos.

Este hundimiento provocó una
presencia inusual de otras embarcaciones soviéticas que acudieron hasta aquel
punto con el fin de recuperar el sumergible, despertando las sospechas del
gobierno estadounidense que se interesó por saber qué era lo que acontecía en
aquellas aguas.

A través de la CIA se descubrió lo sucedido y ante la
posibilidad de poder ser el gobierno norteamericano quien pudiera hacerse con
dicho submarino (y así analizar qué tipo de tecnología utilizaba el enemigo
soviético y cuál era la potencia de los misiles que llevaba a bordo) desde la
central de inteligencia de trazó un plan que tuvo un coste aproximado de
ochocientos millones de dólares, que hoy en día –cinco décadas después-
rondarían los cuatro mil millones.

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Bautizaron la operación con
el nombre de ‘Proyecto Azorian’ y,
tras casi seis años trabajando en él, el verano de 1974 se puso en marcha.

Para ello se construyó un
buque bautizado como ‘Hughes Glomar
Explorer
’ (posteriormente llamado ‘USNS
Glomar Explorer’
) y con un coste aproximado de 350 millones. La
construcción del barco fue encomendada a una de las empresas del millonario y famosísimo
director de cine Howard Hughes,
quien armaría dicho buque como si para una exploración geológica se tratase.

El Hughes Glomar Explorer
estaba dotado de la tecnología más avanzada de la época y no se escatimo en
recursos para su construcción (de ahí el elevadísimo coste del proyecto).

Cuando se informó sobre el
envío del Hughes Glomar Explorer (de 57.000 toneladas de peso y 189 metros de
largo) al Pacífico Norte se dijo que iba a extraer del fondo marino nódulos de manganeso (concreciones de roca que se encuentran en
el fondo del mar formado de capas concéntricas de hidróxidos de hierro y
manganeso alrededor de un núcleo y que son muy preciadas en geología).

 Según parece el propio Howard Hughes estaba convencido que ese era el verdadero
fin de la misión. Pero en realidad lo que el gobierno de Estados Unidos, a
través de esta operación ideada por la CIA, quería hacer era recuperar el
mencionado submarino soviético que, según pudieron determinar, se encontraba
sumergido a unos cinco mil metros de profundidad.

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Tras las arduas tareas de
localización, finalmente se pudo determinar el lugar exacto en el que se
encontraba el submarino K-129 y se
procedió a su extracción, convirtiéndose la misión en una de las más importantes
(en cuanto a salvamento marítimo) de la Historia debido a su dificultad y
profundidad.

El buque estaba dotado con
unas enormes pinzas de cien metros que engancharon al submarino e intentó
subirlo hacia la superficie. Pero el peso del mismo y la presión ejercida por la
propia agua al estar a tantísima profundidad (cinco mil metros) provocó que el K-129 acabara partiéndose en varios
trozos y fuese imposible su total recuperación.

Sí que se pudo recuperar
algunas fracciones del submarino (como la que contenía un par de misiles balísticos)
e incluso los cuerpos de seis de los tripulantes, cuyos restos no  serían devueltos a Rusia hasta dos décadas después,
tras la finalización de la Guerra Fría.

Entre principios de julio y
mediados de agosto de 1974 se llevó a cabo la operación y, aunque finalmente resultó
ser un fracaso, se decidió mantener en secreto el ‘Proyecto Azorian’ por parte
de la CIA y el gobierno de los EEUU, que justo en aquellos momentos se
encontraba atravesando una grave crisis política por la dimisión del presidente
Richard Nixon aquel mismo 9 de
agosto tras ser salpicado de llenó por el ‘Escándalo
Watergate’
.

La mayor parte de la
documentación sobre el ‘Proyecto Azorian’ sigue clasificada como secreta y
todavía no se conoce en su totalidad cómo se llevó a cabo.

Fuente de las imágenes: Wikimedia
commons (1)
/ Wikimedia
commons (2)

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