El modélico padre de familia, médico y militar que resultó ser el despiadado asesino de su mujer e hijas

Muchas son las ocasiones en las que tras un atroz asesinato
se encuentra la autoría de una persona muy cercana a la víctima, alguien de la
que no había ni la más mínima sospecha o que, tras su tranquila y apacible
personalidad se escondía un perverso ser capaz de cometer un estremecedor
crimen.

Por tal motivo, una de las primeras cosas que realiza la policía
encargada de resolver uno de esos casos es investigar el entorno más cercano de
la víctima y fijarse en las conductas de aquellos que, en ese tipo de
ocasiones, más afligidos parecen, lloran desconsoladamente e incluso claman
venganza en las manifestaciones.

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Hoy os quiero explicar una historia que sucedió hace casi
cinco décadas y que, en su época, conmocionó a la opinión pública, ya no solo
por lo atroz del crimen sino por quien había sido la mano ejecutora del mismo.

Tuvo lugar el 17 de
febrero de 1970, a primerísima hora de ese día (poco antes de las 4 de
la madruga) los servicios de emergencia de la base militar de Fort Bragg,
junto a la población de Fayetteville (Carolina del Norte), recibieron una llamada
de auxilio del capitán Jeffrey R. MacDonald,
médico militar que residía, en una de las urbanizaciones que formaban parte de
la base, junto a su esposa e hijas desde hacía poco menos de un año.

En la llamada de auxilio MacDonald avisaba que unos
desconocidos habían irrumpido en plena noche en su casa y habían apuñalado a
todos los miembros de la familia. Los miembros de la Policía Militar junto a
los servicios de emergencia médica que hasta aquel domicilio se desplazaron
pudieron comprobar horrorizados una de las escenas más macabras y
estremecedoras: por las diferentes estancias de la casa se encontraban los
cuerpos sin vida de la esposa del capitán, Colette Stevenson, (quien estaba embarazada) y las dos
hijas de éstos, Kristen 
y Kimberly (de 2 y 5 años de edad respectivamente).

El capitán MacDonald,
que ejercía como médico militar, era el único superviviente y presentaba varias
heridas de arma blanca, aunque todas ellas eran bastante superficiales en vista
a la forma en la que habían sido asesinadas su mujer e hijas, algo que despertó
numerosas sospechas.

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Colette presentaba numerosos
golpes y contusiones en la cabeza, tenía ambos brazos partidos y había recibido
37 apuñalamientos (21 realizados con un punzón para picar hielo y 16 con un
cuchillo); Kristen había recibido 48 apuñalamientos (33 con el
cuchillo y 15 con el picahielos) y Kimberly una decena de cuchilladas y
numerosos golpes en la cabeza.

Jeffrey R. MacDonald
declaró que habían sido asaltados en plena noche por unos hippies que iban
drogados. Tan solo hacía seis meses que había ocurrido el asesinato de la
actriz Sharon Tate a manos del grupo liderado por Charles Manson, lo que hizo pensar que podría haber sido otro crimen
ritual como el realizado por Manson.

Pero tal y como iban pasando los días muchas eran las
contradicciones que había en las declaraciones del capitán MacDonald y
finalmente se le acusó de haber sido él quien cometió el crimen. Por su cargo
de oficial fue juzgado por un tribunal militar pero, al igual que los
testimonios ofrecidos por el principal sospechoso no se sostenían, tampoco
existían suficientes evidencias que lo incriminasen totalmente, por lo que
finalmente el caso fue sobreseído, quedando en libertad y aunque fue dado de
baja del servicio como militar lo hizo como comúnmente se conoce ‘con honores’
(tenía 27 de edad y le quedó una ‘jubilación dorada’).

Pero los avances en las investigaciones forenses y
policiales permitieron que casi una década después (en 1979) se dieran con las
claves del triple crimen que señalaban como principal y único culpable a Jeffrey
R. MacDonald (entre otras cosas el detalle de la parte superior de su pijama cuyos
agujeros coincidían exactamente con los apuñalamientos que había recibido su
esposa Colette).

Y aunque la Constitución de
los Estados Unidos dicta que una persona no puede ser juzgada dos veces por un
mismo crimen, cabe señalar que la primera vez fue por lo militar y no penal y
que además no llegó a celebrase la vista, ya que fue desestimado el caso antes
de iniciarse la vista. Por tal motivo a Jeffrey R. MacDonald se le
juzgó, se le encontró culpable del triple asesinato y fue condenado a cadena
perpetua.

Fuente de la imagen: thejeffreymacdonaldcase.com

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