El afán científico por resucitar muertos que dio origen al mito del Doctor Frankenstein

Hace dos siglos se publicó una novela hizo estremecer a todos quienes la leían. Su trama versaba en el afán de un joven estudiante de medicina obsesionado
con la muerte, alma de las personas y resurrección de éstas. Como ya te habrás
imaginado, el libro se titulaba ‘Frankenstein
o el moderno Prometeo’
y la misma surgió tras una reunión nocturna, dos
años antes, en la que la autora (la joven escritora Mary Selley, de 20 años de edad) pasó una velada junto a su esposo
(el también escritor y poeta Percy
Bysshe Shelley
), el poeta romántico Lord
Byron
y, el amigo en común de todos ellos, el médico y escritor John William Polidori.

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En esa curiosa reunión se estuvo hablando de la vida y la muerte, del poder de resurrección que los científicos algún
día lograrían y, entre otras muchas cosas, de los conocidos como ‘experimentos galvánicos’, muy de moda
en la época (primeras décadas del siglo XIX) y que se basaban en demostrar que, a través de descargas eléctricas,
se podía conseguir que se pusiera en movimiento algunos animales muertos y órganos
amputados de personas fallecidas
. Unos experimentos que, hoy en día, nos
parecerían macabros, pero que en aquella época tenían cierto sentido.

El ‘galvanismo
no era nuevo por aquel entonces y su fundamento radicaba en el convencimiento
de que el cerebro (tanto humano como animal) generaba electricidad y esta era
la encargada de ir a los correspondientes miembros y órganos y ponerlos en
movimiento. A principios del siglo XIX su máximo divulgador era el físico
italiano Giovanni Aldini, quien se
dedicaba a hacer demostraciones públicas en las que cogía cabezas de animales
(entre ellas de buey) e incluso en una ocasión (en 1803) con el cadáver de un delincuente que había sido
ejecutado en la horca
.

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Según las crónicas de la época, quienes presenciaron dichos
experimentos sufrieron de pesadillas al contemplar las muescas que iban
apareciendo en el rostro de George Forster
(nombre del ejecutado que Aldini utilizó para sus experimentos). Según la
descarga e intensidad eléctrica un gesto aparecía en el rictus del rostro del
cadáver, algo que provocó desmayos entre los asistentes.

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Giovanni Aldini no fue el inventor de esta técnica. El
físico italiano seguía los pasos de su tío (fallecido en 1798) el célebre
médico y fisiólogo Luigi Galvani
(cuyo apellido daría nombre al ‘Galvanismo’).

Las teorías de Galvani, sobre la conducción eléctrica a
través de los nervios del cuerpo humano (en contraposición a lo que hasta
entonces mantenía gran parte de la ciencia, que apostaba que a través de los nervios
discurría fluidos, como en las venas) fueron recogidos en el libro ‘De viribus electricitatis in motu
musculari commentarius’
y aunque no sirvió para resucitar a muertos (tal y
como estaba concebido) sí que fue la base para lo que, un siglo y medio después
(en 1947)

diese pie a investigar y crear un invento que hoy en día conocemos como

‘desfibrilador’, el aparato con el que, a través de unas descargas
de electricidad de corriente continua, se logra hacer funcionar (en muchos
casos) el corazón tras sufrir un paro cardiaco.

Pero Luigi Galvani tampoco fue el primer científico que se
interesó por el tema, basándose en la posibilidad de resucitar a personas y
animales fallecidos. La resurrección
era algo que, desde tiempos inmemoriales, se tenía convencimiento de que era
posible y, de hecho, algunas de las principales religiones del planeta aceptan su existencia (entre ellas el Islam y Judaísmo), teniendo en el Cristianismo
uno de los principales exponentes y bases, mediante el mito de la muerte y resurrección (al cabo de tres días) de Jesucristo.

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Muchas culturas creen en ello y a nivel científico, muchos
han sido los investigadores que, a lo largo de la Historia, han experimentado
para devolver la vida a quienes ya habían fallecido.

La mezcla de todo ello es lo que provocó que aquella velada
de 1816, en la que un grupo de escritores intelectuales se reunieron en la casa
que Lord Byron poseía en Suiza, saliese el tema de la muerte, resurrección,
Galvanismo y posibilidad de devolver la vida a los fallecidos y, la joven Mary
Selley, acabase escribiendo una de las obras cumbres de la novela gótica y de
terror que vería la luz dos años después.

Fuente de las imágenes: Wikimedia
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