Cuando Leonid Rógozov se autoextirpó el apéndice

Muchos han sido los personajes que, a lo largo de la
Historia, han hecho cosas increíbles que se encuentran más cerca de la ficción
que la realidad.

Uno de esos actos que podrían servir como argumento de
cualquier película es el que protagonizó en 1961 cuando Leonid Rógozov (de 26 años de edad), que se encontraba participando
en la sexta Expedición
Antártica
de la Unión Soviética, se operó a si mismo y autoextirpó el apéndice.

Evidentemente cabe señalar que Rógozov había estudiado la
carrera de medicina y gracias a ello tenía todos los conocimientos para
realizar dicha intervención que de no haberse realizado le hubiera podido
ocasionar una peritonitis que, estando en aquel remoto lugar del planeta, para
otra hubiese sido la muerte segura.

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Desde mediados de la década de 1950 el gobierno de la URSS
puso gran interés en enviar expediciones para estudiar e investigar el Polo Sur
(en
total 36 fueron la expediciones hasta ser canceladas a principios de los ’90
).

La sexta expedición, en la que participó Leonid Rógozov, tuvo
lugar entre septiembre de 1960 y octubre de 1962 y contó con trece
investigadores que se trasladaron hasta la Antártida, teniendo -entre otras
misiones- el establecer una nueva base en Novolazárevskaya
que fue inaugurada el 18 de enero de 1961.

Tres meses después de instalarse en la nueva base, Rógozov
comenzó a encontrarse mal aunque no le impedía seguir realizando las tareas que
tenía encomendadas. Pero ese leve malestar se convirtió en un serio problema
cuando la mañana del 29 de abril se despertó con fiebre y náuseas y un malestar
general que fue empeorando a lo largo del día y, sobre todo, cuando un dolor
que iba a más se centró en la zona abdominal.

De todos los expedicionarios él era el único con
conocimientos médicos (de hecho, su mayor labor era la de velar por la salud de
sus compañeros).

Aunque se medicó y tomó analgésicos, el dolor no remitía y
cada vez era más intenso. Así que se pensó en la opción de trasladarlo hasta
otra base donde pudiera ser atendido. El problema radicaba en que el mal tiempo
imposibilitaba realizar vuelos (la base rusa más cercana se encontraba a 3.000
kilómetros de allí).

Así pues, en vista de su empeoramiento a lo largo del día
siguiente, a las 20 horas del 30 de abril de 1961 Leonid Rógozov protagonizó
uno de los hechos más insólitos que se conocen y comenzó a autoextirparse el apéndice.
Una intervención que duró cerca de cuatro horas y en la que contó con la ayuda
del meteorólogo de la base y uno de los conductores de trailers, quienes le
iban pasando aquellos instrumentos quirúrgicos que iba necesitando, le secaban
el sudor, aguantaban el espejo a través del cual podía ir viendo por donde
cortar y acceder al interior de su abdomen.

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Hubo varios momentos de desfallecimiento, pero tras ir
haciendo descanso proseguía con la intervención. Fue de gran ayuda el preparado
de novocaína que se suministró como anestésico local.

La operación fue un éxito y, a pesar de las precarias
condiciones en las que la realizó, su recuperación fue satisfactoria y a las
pocas horas había desaparecido el intenso dolor que le había provocado el
ataque de apendicitis.

La fiebre descendió al día siguiente y a lo largo de las
jornadas posteriores fue encontrándose mejor. El 5 de mayo amaneció sin fiebre
y dos días después se retiró los puntos.

Para el 14 de mayo Rógozov se reincorporaba a su trabajo
totalmente restablecido.

La noticia sobre la operación que se había autorealizado fue
conocida por el gobierno de la URSS, quienes (amigos de ensalzar y darle
publicidad a los logros de sus ciudadanos) decidieron otorgar una de las
condecoraciones más importantes para cualquier soviético: la Orden de la
Bandera Roja del Trabajo
(aunque le fue entregada a su vuelta a Moscú, tras
finalizar la misión en octubre de 1962).

Una vez de regreso Rógozov se sacó el doctorado y desarrolló
su vida laboral en varios hospitales de Leningrado (hoy en día San Petersburgo).

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