Uno de los estudios más importantes sobre cómo el cerebro organiza nuestro carácter se realizó a raíz del terrible accidente laboral que sufrió Phineas Gage, un trabajador de la línea de ferrocarril en el estado de Vermont a mediados del siglo XIX, al que una barra de hierro de aproximadamente un metro de largo y tres centímetros de diámetro atravesó la cabeza, entrando por la mejilla izquierda y saliendo disparada por la parte superior del cráneo.
A pesar de la gravedad del accidente fue sorprendente ver al obrero levantarse consciente por su propio pie y, aunque estaba algo aturdido, pudo ser trasladado hasta su casa. Allí lo atendió el doctor John M. Harlow, el médico local de la población de Cavendish, quien le practicó las primeras curas, sin tener del todo claro que el herido se fuera a recuperar del fatal accidente. Creía que se trataba de un auténtico milagro el hecho de que hubiese sobrevivido.
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Phineas entró en coma debido a una infección y una segunda intervención del doctor Harlow fue vital para la recuperación. En poco más de un mes, el joven trabajador de 25 años volvía a llevar una vida normal, incorporándose a su puesto de trabajo como capataz en las obras de construcción del ferrocarril.
Pero a pesar de que los contratistas querían que conservase su empleo, tuvo que ser despedido debido a su brusco cambio de carácter.
Phineas Gage había sido un trabajador ejemplar y una persona cordial hasta el fatídico 13 de septiembre de 1848 en el que sufrió el terrible accidente. A partir de su reincorporación laboral ya no era el mismo, el carácter se le había agriado, convirtiéndose en una persona impaciente, blasfema y con unos modales más propios de un animal. Así lo relataría tiempo después el propio Harlow en un artículo publicado en un boletín médico.
Antes de ese ya había escrito otro artículo explicando el curioso accidente de Gage y cómo se recuperó rápidamente. Pero el poco conocimiento de ese caso por parte de otros médicos hizo que el escrito del doctor Harlow fuese recibido al principio con incredulidad, ya que se pensaba que era imposible para un ser humano el poder sobrevivir a una lesión cerebral de tal magnitud.
Pero sí que hubo quién se interesó por el tema y quiso acercarse hasta Cavendish e investigar de cerca el sorprendente caso expuesto por Harlow. Uno de ellos fue el prestigioso profesor de cirugía de la Universidad de Harvard, el Dr. Henry J. Bigelow, que tras examinar a Gage informó que a éste no le había quedado secuela alguna tras el accidente, aunque no tuvo en cuenta sus cambios de comportamiento.
A partir de los escritos realizados por el doctor Bigelow muchos otros especialistas en neurología y en el estudio de la conducta humana repararon en los escritos del Dr. John M. Harlow y comenzaron a interesarse por el caso de Phineas Gage, convirtiéndose en todo un referente en la investigación del cerebro y llegándose a demostrar que todo lo relacionado con nuestros actos y carácter se encuentran localizados en distintas regiones del cerebro.
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Así, hoy en día se especula con que el accidente destruyó áreas del córtex prefontal derecho del cerebro de Gage. Esa zona, justo detrás de la frente, está relacionada con las funciones cognitivas superiores propias del ser humano. Es decir, que al perderlas, el joven perdió la capacidad de controlar conceptos como la responsabilidad, el autocontrol o el decoro social.
Phineas Gage vivió poco más de 12 años tras el accidente, pero su vida no fue la misma desde aquel instante, no teniendo un trabajo estable y convirtiéndose en un hombre poco afable y de difícil trato. Murió el 21 de mayo de 1861 a la edad de 38 años a causa de una severa crisis epiléptica.
Post publicado originalmente para Yahoo! Noticias España el 3/5/2012:
https://es.noticias.yahoo.com/blogs/cuaderno-historias/el-terrible-accidente-que-destruy%C3%B3-la-personalidad-phineas-120845793.html
Fuentes de consulta: neuro.psychiatryonline / xatakaciencia / tecnoculto