El campesino catalán que intentó asesinar a Fernando el Católico

1492 había sido un
buen año para los Reyes Católicos
. Se había iniciado con la Toma de Granada, el 2 de enero, que
ponía la puntilla a la Reconquista,
además de haber firmado en marzo el Decreto
de la Alhambra
, por el cual se
expulsaba a los judíos sefardíes de España
, en abril hicieron lo propio con
las ‘Capitulaciones de Santa Fe’,
por la cuales se acordaba todo lo relativo al viaje que iba a emprender Cristóbal Colón hacia las Indias por la
ruta de occidente o la elección como
papa Alejando VI
, en el mes de agosto, del español y amigo personal de los
reyes, Rodrigo de Borja (más
conocido como Rodrigo Borgia).

Nada hacía augurar que aquel
espléndido año
se torcería hacia sus últimos días y a pesar de que ya
habían sufrido los monarcas algunos intentos de atentado en el pasado, se creían invencibles e inmortales, como
tocados por algún tipo de don divino
que los protegía de todo mal (y mucho
más teniendo a un valioso aliado ocupando el trono de San Pedro).

Sin ser todavía conocedores del descubrimiento del nuevo
continente por parte de su patrocinado Colón (noticia que les llegó en marzo de
1493) dos de los objetivos prioritarios
de los Reyes Católicos
eran la conquista
de Navarra
y el conseguir que el Reino
de Nápoles formara parte de la Corona de Aragón
. Por tal motivo, el 22 de
octubre de 1492, Isabel y Fernando trasladaron
la Corte castellano-aragonesa hasta la ciudad de Barcelona
, desde donde
despacharían y gestionarían su gran reino a lo largo de los siguientes meses.

Uno de los asuntos de vital importancia que Fernando de
Aragón debía y quería solucionar en la Ciudad Condal era el concerniente a los
malos usos y abusos por parte de los señores feudales que habían estado
denunciando desde hacía varias décadas los conocidos como ‘payeses de remensa’.

La remensa era el
nombre que recibía el pago obligado y abusos a los que eran sometidos los
campesinos en Cataluña por parte del feudo y numerosas fueron las ocasiones en
las que desde el colectivo rural se había hecho saber a la Corona del malestar
por aquellos sometimientos e incluso llevado a cabo diversas revueltas.

Seis años antes (el 21 de abril de 1486), el rey había dictado
la conocida como ‘Sentencia arbitral de
Guadalupe’
, la cual libraba de los malos usos a los payeses de remensa, eso
sí, previo pago de una indemnización para compensar a los señores feudales. Por
su parte el monarca se comprometía a que fuesen liberados de prisión los
campesinos apresados tras las revueltas. Aquel era un acuerdo que no llegaba a
satisfacer a todas las partes, por lo que se debía seguir hablando y
negociando.

El 7 de diciembre de 1492, cuando los Reyes Católicos
llevaban un mes y medio en la capital catalana, tuvo lugar un nefasto acontecimiento
que podría haber acabado en tragedia y que terminaría de convencer a Fernando
de Aragón en su creencia de estar tocado y protegido por un don divino o celestial.

Aquel día, tras haber despachado en el Salón del Tinell con un grupo de payeses de remensa, Fernando de
Aragón salió del Palacio Real Mayor de
Barcelona
, bajó la escalinata y al ir a montar en su caballo, de entre la
muchedumbre, que allí se había congregado para ver al monarca, salió un
campesino llamado Joan de Canyamars
quien iba provisto de una espada corta (de unos tres palmos) con la que asestó,
por la espalda, una cuchillada hacia el cuello del rey, con intención de
cortarle la cabeza y acabar con su vida.

Fue un gesto rápido y que los guardias encargados de
proteger al monarca apenas pudieron prever que ocurriría, abalanzándose contra
el regicida, desarmándolo y propinándole varios puñetazos y golpes. Incluso
hubo quien intentó matar al criminal asestándole algunas puñaladas, pero el rey
gritó que lo dejasen con vida con el fin de descubrir quién era y los motivos
que lo habían llevado atentar contra él.

La cuchillada que Canyamars había asestado hacia el cuello
de Fernando de Aragón podría haber sido mortal, pero la gruesa cadena con el Toisón de Oro que el rey llevaba colgada
del cuello evitó que la espada se clavara e hiciera una trayectoria en vertical
y hacia fuera, provocando una herida de unos cuatro centímetros de profundidad
junto a la clavícula.

De inmediato empezó a recorrer por toda la Ciudad Condal una
serie de rumores sobre la identidad del regicida, habiendo quien decía que
había sido cosa de algún moro descontento tras la Toma de Granada. También se
especuló que podría haber sido un judío e incluso se hablaba de un complot
contra la institución monárquica.

Existen muy pocos datos sobre la personalidad e historia de Joan
de Canyamars. Si se sabe que se trataba de un payes y que muy probablemente se
hubiese visto perjudicado por la ‘Sentencia arbitral de Guadalupe’ firmada por el
rey en 1486.

La mayoría de historiadores apuntan a que estaba
desequilibrado mentalmente y que había sido una acción que cometió por voluntad
propia, en solitario y sin contar con la ayuda de terceros ni formar parte de
ningún complot.

Joan de Canyamars, tras ser apresado fue conducido a un
presidio donde se le torturó para que confesara por qué había intentado
asesinar al monarca. Según consta en algunas crónicas, declaró que lo había
hecho tras recibir la visita del Espíritu Santo, quien le pidió que acabara  con la vida del rey ya que él era el verdadero
heredero de la Corona. Estas declaraciones fueron concluyentes para comprobar
que se trataba de una persona con desequilibrio mental, decidiéndose que sería
ajusticiado públicamente unos días después.

El 12 de diciembre, el regicida Canyamars fue conducido denudo
y atado a un palo sobre un carro por las calles de Barcelona. Posteriormente se
procedería a la ejecución pública, no sin antes permitir que los ciudadanos
asistentes a la misma pudiesen participar, apedreando al condenado, se le
amputaría varios miembros (entre ellos la mano derecha con la que había
intentado asesinar al rey) y posteriormente se le prendió fuego al carro,
ardiendo hasta que quedó reducido a cenizas.

Por su parte, Fernando de Aragón pasó unos días de fiebre y
tras ser atendido por los mejores cirujanos de Barcelona, se curó de la herida
varios días después, existiendo constancia que para final de aquel mismo mes ya
estaba despachando asuntos del Reino desde el monasterio de Sant Jeroni de la Murtra, a las afueras de la Ciudad
Condal (actual Badalona), un lugar que se convirtió en la residencia Real
durante los siguientes meses y en el que se produjo el histórico encuentro
entre los Reyes Católicos y Cristóbal Colón en abril de 1493, cuando el
navegante fue a anunciar personalmente la noticia del descubrimiento del Nuevo Mundo (aunque los monarcas ya habían
tenido conocimiento del mismo un mes antes a través de una carta).

Fuente de la imagen: Wikimedia commons

Más historias que te pueden interesar:

Martín
Merino, el cura que intentó matar a la reina Isabel II de España

El
presidente que sufrió dos atentados frustrados en menos de tres semanas

El
adolescente que atentó (con balas de fogueo) contra la reina Isabel II del
Reino Unido