Cuando la policía franquista detuvo a un espía británico travestido de mujer

Muchos son los casos de famosos espías que para ejercer su trabajo han tenido que hacerse pasar por innumerables personajes y de ese modo poder conseguir la información que precisaban.

La literatura e incluso la cinematografía están llenas de sorprendentes historias que nos relatan casos inverosímiles y casi imposibles de creer, encontrándonos que un buen número de veces la realidad ha superado a la ficción y en los que los protagonistas, en este caso espías, han tenido que hacer de todo para lograr su objetivo.

La reciente desclasificación de unos archivos reservados, por parte del gobierno del Reino Unido, han dejado al descubierto una sorprendente e hilarante historia en la que Dudley Clarke, uno de los más famosos e importantes miembros del Servicio de inteligencia británico durante la Segunda Guerra Mundial, vivió un sorprendente episodio protagonizado en Madrid.

El 16 de octubre de 1941, miembros de la policía española detectaron la presencia en la capital de una mujer cuya actitud les resultó algo sospechosa, y más aún cuando pudieron comprobar que se trataba de un hombre, de 42 años de edad, travestido totalmente de mujer.

No le faltaba ni un solo detalle a su indumentaria, por lo que enseguida dedujeron que tenían ante ellos a un homosexual, algo que por aquel entonces estaba penado con una multa y prisión.

Dudley Clarke explicó en el cuartelillo que no era ningún homosexual travestido, sino un corresponsal de guerra del diario The Times que estaba documentándose para escribir una novela, hecho por el que se había vestido de aquel modo y así poder vivir en primera persona el rol de una mujer, comprobando las reacciones que había entre ambos sexos.

Dudley Clarke fue uno de los espías más condecorados y famosos de su país

Al tratarse de un ciudadano de nacionalidad británica, las leyes obligaban a tener que contactar con la embajada correspondiente y ponerlo a disposición de las autoridades de aquel país. Pero al cónsul le explicó otra versión de la historia, contándole que esas ropas pertenecían a una amiga suya y que se las había dejado para gastar una broma. Pero algo no le cuadraba en todo ese relato al funcionario británico, ya que las vestimentas que llevaba su compatriota le iban demasiado bien, como para tratarse de las ropas prestadas de otra persona.

Tras varias horas de conversación, Clarke facilitó cierta información al representante de la embajada, suficiente para que éste detectase de que se trataba de un trabajador por cuenta del gobierno del Reino Unido, algo que se transmitió a las autoridades de Londres, quienes quedaron perplejos al comprobar hasta qué punto podía llegar el agente Dudley Clarke para llevar a cabo una misión.

Pero era una época en la que el gobierno español, del dictador Franco, tenía una excelente relación con la Alemania nazi de Hitler, por lo que sabían que el hecho de facilitarles a los germanos información sobre la detención de un súbdito británico travestido de mujer sería recibida de buen agrado y serviría para ridiculizar a los compatriotas de Churchill.

El gobierno británico trató de poner por todos los medios los suficientes filtros para que esa noticia no llegase a la prensa ni a manos alemanas y en realidad fue motivado por el marcado sentido del ridículo que tenían y no al miedo de que se descubriese que Dudley Clarke era un agente secreto en una misión del Servicio de inteligencia.

El motivo por el que Clarke se había presentado en Madrid vestido de mujer fue para acceder a unos espías alemanes que operaban desde la capital de España y darles una información falsa sobre los próximos planes del Ejército Aliado, acto seguido debía trasladarse hasta El Cairo y comunicarle al General Claude Auchinleck, comandante en jefe británico allí destacado, una información que resultaría vital para el futuro devenir de los intereses aliados.

Este episodio acontecido en Madrid se prefirió guardar como un secreto de Estado, ya que fueron muchos los miembros del gobierno que estaban convencidos que tras el acto de disfrazarse de mujer, realizado por Dudley Clarke, se encontraba alguna extraña patología.

En la historia del espionaje británico, Dudley Clarke aparece como uno de los más astutos y profesionales agentes y cuya trayectoria profesional estuvo cargada de aciertos y condecoraciones. El incidente en la capital de España se trata de un insignificante hecho que jamás tuvo repercusión alguna en su brillante y larga carrera.

Fuente: dailymail