Apenas llevaba tres meses en el cargo como Presidente de los
Estados Unidos, cuando John F. Kennedy
recibió el primer varapalo por parte de la URSS,
a quienes estaban enfrentados a raíz de la Guerra
Fría: los soviéticos habían conseguido ser los primeros en enviar un hombre
al espacio (el 12 de abril de 1961), ganado de ese modo ante los
norteamericanos el primer gran asalto de la ‘carrera espacial’.
Una carrera que se había sido iniciada un lustro atrás por
su antecesor en la Casa Blanca (Dwight D.
Eisenhower) y en la que se estaba invirtiendo cientos de millones de
dólares.
Por tal motivo, la administración
Kennedy (con el presidente a la cabeza) puso todo su empeño y esfuerzo en
ganar la decisiva batalla final que era la de ser los primeros en llegar a la Luna y conseguir que un ser humano
pudiese caminar sobre la superficie del satélite.
Numerosas fueron las reuniones
celebradas en el despacho oval con los representantes de la NASA, con el
fin de perfilar cuál sería la estrategia a seguir con el de llevar a cabo aquel
ambicioso plan.
Paralelamente a la carrera espacial, EEUU estaba viviendo
otro importantísimo momento: las multitudinarias
manifestaciones y actos que se celebraban en un gran número de ciudades a favor de los derechos civiles de los
afroamericanos y el fin de la segregación racial, algo apoyado desde la
administración Kennedy y respaldado, sobre todo, por el Fiscal General del
Estado, el todopoderoso Robert Kennedy,
hermano del presidente.
Esto llevó a que John F. Kennedy quisiera unir ambos temas (carrera espacial y fin de la segregación
racial) y propusiera a los técnicos de la NASA el encontrar al hombre ideal
para ser el primer norteamericano en pisar la Luna: un astronauta afroamericano (aunque la idea surgió de Edward R. Murrow, en aquel momento director de la Agencia de Información de
los Estados Unidos de JFK) .
Algo que desde la agencia aeronáutica no recibieron con
agrado, debido a que ya se había puesto en marcha el programa ‘Apolo’ (anunciado en mayo de 1961 por
JFK para poner a un hombre en la Luna antes de que finalizara aquella década) y
en aquellos momento ya estaban realizando las primeras pruebas a los candidatos
a astronautas, a quienes se les había exigido los siguiente requisitos: ‘ser
menor de 30 años, tener un mínimo de mil quinientas horas de vuelo y poseer un
título universitario de ingeniería’.
Los responsables de la NASA estaban convencidos que, debido
a las políticas de segregación racial ejercidas por los diferentes gobiernos
anteriores, sería prácticamente imposible que en aquellos momentos hubiese algún
afroamericano que reuniera todos aquellos requisitos. Pero estaban equivocados…
A través de la ‘National
Urban League’, una organización pro-derechos civiles de las personas negras,
se encontró a Ed Dwight, un piloto
de las Fuerzas Armadas con rango de capitán, 28 años de edad, licenciado ‘cum laude’ en ingeniería aeronáutica y con
cerca de dos mil horas de vuelo, siendo presentado su nombre a la NASA y
teniendo que aceptarlo como candidato a astronauta.
Gracias a su excelente currículo profesional, Ed Dwight (de
quien escribiré sobre su interesantísima vida en un próximo post) fue admitido
por la agencia aeronáutica e inscrito en el programa Apolo, siendo enviado a la
Escuela de Pilotos de Investigación
Aeroespacial (ARPS su acrónimo en inglés) cuyas instalaciones se
encontraban en el desierto de Mojave (al sur de California).
Una tras otra, Ed Dwight superó las primeras pruebas y pasó
a la siguiente fase, mientras que algunas prestigiosas publicaciones se hacían
eco de la noticia y lo sacaban en sus portadas. También fue aprovechado el
momento para ser llevado de gira por varias capitales estadounidenses por la ‘National
Urban League’, ofreciendo conferencias en colegios e institutos.
En octubre de 1963 los técnicos al frente de las pruebas
presentaron el listado con el nombre de los 14 seleccionados para seguir en el
proceso de selección entre los que no se encontraba Ed Dwight. Desde diversas
organizaciones se intentó presionar a la NASA e incluso al gobierno para que
hicieran todo lo posible para que el piloto afroamericano fuese uno de los
seleccionados. Incluso él mismo escribió al presidente Kennedy solicitando su
ayuda.
Pero unas semanas después tuvo lugar el trágico atentado que acabó la vida de John F. Kennedy (el 22 de
noviembre de 1963 en Dallas) y meses después la salida de la fiscalía de Robert Kennedy, provocaron que el mayor
apoyo con el que contaba Ed Dwight hasta aquel momento se desvaneciera por
completo y perdiera toda posibilidad de ser
el primer astronauta afroamericano.
Mucho se ha especulado (y nada claro ha quedado) sobre los
motivos reales por los que la agencia aeroespacial descartó a Ed Dwight de su programa.
Hay quien opinó que fue por motivos raciales, otros que apuntaron a que no
superó las últimas fases de las pruebas (debido a la presión a la que fue
sometido, ya que todos los ojos de la ‘América
negra’ estaban depositados en él), pero la mayoría de expertos opinan a que
fue otra la verdadera razón: evitar tener problemas con los colectivos
afroamericanos en caso de que la primera misión espacial saliese mal.
Desde la NASA se tenía en cuenta que la misión Apolo
correría ciertos riesgos y peligros y que existían bastantes posibilidades de
que los astronautas enviados a la Luna no completasen su misión, no regresaran e
incluso murieran durante la misma.
El enviar a un afroamericano en el primer vuelo hacia la
Luna y que éste falleciera podría haber provocado que los colectivos en defensa
de los derechos de las personas negras criticaran duramente el haber utilizado
a uno de los suyos como conejillo de indias.
Fuentes de consulta e imagen: thehistorymakers
/ smithsonianmag
/ nytimes
/ gettyimages
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